26 partidos jugados, 22 victorias y 4 derrotas. 726 goles a favor por 466 en contra. Estos números pueden sonar a poco si no se ponen en contexto, pero cobran un especial significado para el balonmano de la comarca cuando se traducen en los méritos contraídos por el Rasoeiro para clasificarse para la fase de ascenso a División de Honor B. Ni más ni menos que la categoría de plata del balonmano español.

Mirando con cierta perspectiva, el logro adquiere todavía una mayor jerarquía. En la temporada 2012/13, el equipo grovense había finalizado en la sexta posición de la primera división autonómica. Javier Luengo, el entrenador, tenía un pálpito debido a la juventud del grupo y su carácter competitivo. La posibilidad de clasificarse para la fase de ascenso podría ser posible si se conseguían apuntalar determinadas posiciones. A ello había que añadir una metodología adecuada y el puntito de madurez necesario para complementar a la generación dorada del 94, la misma que consiguió llevar al Rasoeiro al quinto puesto en un Campeonato de España de categoría cadete.

Ni el mercado, ni la economía, ofrecían demasiadas posibilidades para hallar ese punto de veteranía que se pretendía, pero sí las adecuadas. Carol González, quien ya había jugado en clubes como Porriño o Gijón, aceptó la propuesta de volver al club que la vio crecer deportivamente. A ella se le unió Vanesa Lois, quien también volvió a casa una vez que la dichosa crisis le hizo perder su puesto de trabajo en Gijón y su vínculo con el balonmano allí. Dos laterales de calidad y experiencia que se ajustaba a la perfección al perfil buscado. Y además de O Grove.

Una vez formado el bloque, tocaba darle forma sobre la cancha. El propio Javier Luengo tenía muy claro que el equipo no podía perder las señas de identidad que siempre caracterizaron al Rasoeiro. Desde la entrega absoluta, pasando por el compromiso y el orgullo de defender el nombre de O Grove, son algunas de las normas no escritas a seguir por cada jugadora que defiende la camiseta azul. El propio técnico reconoce a la hora de definir a su propio equipo que "es todo corazón. Cada uno muere por la compañera que tiene al lado. Se dejan la piel constantemente y entrenan siempre a tope. Nunca hay que pedirles el cien por cien porque te lo dan siempre. Eso es innegociable para ellas".

A la espera de que se confirmen en las próximas fechas, los rivales y la sede de la fase de ascenso, el equipo sigue trabajando con la mente puesta en seguir superando metas. Esa ambición nada tiene que ver con la soberbia. Luengo tiene muy claro que una fase de ascenso, en el que el margen de error es mínimo, nada tiene que ver con una liga regular. La experiencia del bloque en campeonatos de España de categorías inferiores puede ayudar aunque con matices, "la dinámica de la competición es muy similar, pero en una fase sénior no te encuentras con rivales solo de tu edad. La mayoría son equipos que tienen en la experiencia y en su conocimiento del juego sus patrones. Los campeonatos de base te curten, pero una fase de ascenso es muy complicada".

La asunción de la realidad no es óbice para pensar en positivo. Javier Luengo tiene claro que "el equipo se va a dejar todo lo que tiene. Si con eso alcanza para conseguir la única plaza de ascenso muchísimo mejor. Y si no lo conseguimos lo que tenemos asegurado es la serenidad que nos dará el haberlo dado todo para conseguirlo".

Con el éxito de la clasificación para la fase de ascenso ya en el bolsillo, el equipo tiene claro a quien va dedicado. Luengo fue el portavoz del sentir unánime de todo el equipo, "esto va por Javier Sánchez y por Patry. El presidente es un crack y se merece muchas alegrías así. Yo estoy en el Rasoeiro gracias a él y se lo dedico especialmente. Y Patry es una persona que se desvive por el club. Gracias a su trabajo el Rasoeiro es posible. Su ilusión contagia y es un motor para todos los que formamos este club".