El Arosa ya es nuevo equipo de tercera división con todo merecimiento. La victoria en Bertamiráns no fue más que la guinda que merecía un pastel que se fue cocinando durante toda la temporada en un horno de las dimensiones de un campo de fútbol. Hubo que ajustar las temperaturas, incluso se cambió el cocinero, pero el producto se saboreó con ansia. Fueron cuatro años de penitencia en una competición tan complicada como la preferente saldados con una vuelta a la categoría que el club, su historia y su afición bien se merecen.

No había más que presenciar el aspecto que presentaba el Municipal de Ames dos horas antes del inicio del choque para tomar conciencia de lo histórico de la fecha. Las banderas arlequinadas ondeaban en la soleada tarde y tampoco cesaron los cánticos de los más de quinientos aficionados que allí se desplazaron.

No esperaba nadie que el partido tuviese un comienzo tan positivo. Una falta en la frontal del área grande sobre Hugo le dejó a Adrián Camiño una inmejorable oportunidad para demostrar su calidad de golpeo y el capitán no falló. Conectó un cañonazo que entró besando la cepa del poste derecho de la portería de José para algarabía de unos y desencanto de otros. Lo más difícil ya estaba hecho y al Arosa le tocaba leer el partido desde otro ángulo. Los de Javi Touriño pusieron a sus dos hombres más peligrosos en las bandas. Jesús se convirtió en su mejor argumento ofensivo, pero se topó por su banda izquierda con un Santi que respondió con creces en un partido de tanta envergadura.

Piscis demostró tener el partido muy preparado. La presencia de Rivas en el doble pivote junto a Vixo dotó a su equipo de una gran solidez defensiva. En las acciones a balón parado del Bertamiráns, Rivas se convertía en un central más. Lo reducido del terreno de juego obliga a resguardarse en la estrategia y el Arosa no concedió ni la más mínima ventaja. La activación de los once jugadores se mantuvo con y sin balón. Cuando se perdía no faltaba el ansia de querer recuperarlo lo antes posible sabedores de la imposibilidad de salir combinando por lo reducido de los espacios. Esta idea de presión alta tras pérdida posibilitó algún disparo lejano que obligaba al Bertamiráns a medir sus riesgos en busca del empate.

Eloy era el encargado de dar verticalidad y una excepcional jugada suya llegando hasta el pico del área terminó en un servicio a Camiño que el capitán mandó de exterior ligeramente alto. Esa acción fue el final del repertorio ofensivo arlequinado en toda la primera parte. Los locales reclamaron un penalti a Jesús y fue a partir de entonces cuando el juego se metió en aguas turbulentas. A los vilagarcianos ya no le pilló de sorpresa ese otro fútbol que tanto le gusta a su rival e incluso en esa faceta también fueron superiores, pero lo cierto es que la mejor acción de los veinte minutos previos al descanso fue para los de Javi Touriño. Jesús elaboró una buena jugada y puso un balón medido a la entrada de Pablito cuyo cabezazo fue a parar a las manos de un Jorge Pérez muy bien posicionado.

El Bertamiráns toco a rebato en los primeros compases de la segunda parte. Otro testarazo del recién incorporado Chema puso el nudo en la garganta a los vilagarcianos. El Arosa parecía haber perdido el sitio incapaz de sacudirse el dominio local. El partido entró en una catarsis tras una acción en la que todo el equipo aurinegro reclamó un penalti sobre Sergio Leis. Se había abierto la veda de las expulsiones. El primero fue el entrenador del porteros, Suso Lago, pero pronto se equilibró la balanza con la roja a Piscis, acción en la que el técnico vilagarciano demostró su oficio para despresurizar al colegiado, activar a los suyos y de paso, restarle algún minuto al crono.

Los locales no dudaban a la hora de ir con todo al balón dejando más de un recado en forma de golpes. La tensión crecía y el Arosa no se arrugaba. Primero Eloy en una acción de carácter y mala decisión en el último pase, y después un cabezazo de Rivas, que sacó bajo palos Jacobo, fueron las dos únicas sacudidas ofensivas de los arlequinados.

Los aurinegros buscaron entonces poner el balón cada vez en el área de un perfecto Jorge Pérez. Tuvieron el empate en una gran acción de Jesús por la izquierda que cede a Crego y su disparo lo paró Jorge pero el rechace iría a portería de no ser por la providencial aparición de Juanjo para, con un patadón largo, simbolizar la huida del Arosa a preferente después de cuatro años. El partido ya no dio para más porque los vilagarcianos supieron controlarlo en todo momento, incluso tras la expulsión de Borja. Y así, por todo lo alto, Vilagarcía vuelve a una categoría que nunca debió perder.