El Cambados mantendrá su plaza en primera autonómica la próxima temporada. Con la victoria sobre el Atlántida Matamá los amarillos alcanzan la barrera de 42 puntos y dicen adiós a cualquier carambola negativa de cara a la última jornada.

El Atlántida Matamá se presentaba como el rival propicio para finiquitar la permanencia, y así sucedió. Los vigueses, actuales colistas y ya descendidos desde hace varias jornadas, se fueron diluyendo cual azucarillo con el paso de los minutos. A la misma velocidad que aumentaba la intensidad de los de Roberto Romero y Neno Millán.

Sin embargo costó más de lo esperado encarrilar el partido. Quizá afectados por el excesivo calor, lo cierto es que los locales parecían aplomados. Costaba crear jugadas con cierto sentido y los errores en la circulación del balón eran mucho mayores que el número de aciertos en el pase. En medio de esa dinámica, el Matamá se sentía muy cómodo. Tenía muy claro que venía a Burgáns a no hacer más esfuerzos de los que competen a un equipo desahuciado en la liga y así lo dejaron patente.

El primer acercamiento con marchamo de gol tuvo a Pénjamo como protagonista. El centrocampista recogió un balón suelto en el área, pero con todo para marcar, su fuerte remate se fue por alto. Fue el inicio de una serie de acercamientos al área visitante que terminaron con la misma sensación de rabia por el desacierto.

Ángelo fue protagonista de otra acción de infortunio. El canterano profundizó hasta la línea de fondo en una gran jugada individual, y su pase hacia el punto de penalty llegó a pies de Ahmed que definió excesivamente cruzado cuando el juego empezaba a convertirse en un monólogo absoluto.

Pero hubo que esperar a la última acción de la primera mitad para inaugurar el marcador. Fue Iñaki el que no falló al rematar un balón suelto en el área que permitió que el Cambados se fuese al intervalo con un mejor sabor de boca después de tanto error ante el inofensivo colista.

El hecho de abrir la lata cambió por completo la decoración en los segundos 45 minutos. A ello se le unió que la intensidad de los amarillos subió varios grados respecto a la primera mitad. Su control del encuentro fue todavía mucho más acentuado, pero también la falta de puntería mostrada. Hasta ocho claras ocasiones desperdiciaron los cambadeses a lo largo de la segunda parte, lo que unido a los tres goles materializados en ese tramo, dan buena cuenta de lo que fue el grado de oposición mostrado por los vigueses.

Sáez y Pénjamo sí acertaron de cara a portería con Vivar convirtiéndose en un espectador más de los cerca de trescientos que poblaron las gradas de Burgáns. Héctor redondeó el marcador con una muy buena acción individual.

Con el 4-0 ya en el bolsillo, la derrota del Salvaterra ante el Moaña supuso la consecución matemática de la permanencia para el Cambados y, con ello, el fin a una temporada marcada nuevamente por el sufrimiento y la irregularidad deportiva.