Álvaro Faes / ENVIADO ESPECIAL a jerez

Aún hacía frío en la mañana jerezana cuando Fernando Alonso llegaba al circuito. Ni siquiera el sol había comenzado la jornada, ocho en punto en el reloj, y el asturiano accedía madrugador a su nuevo puesto de trabajo. Gorro negro, vaqueros, cazadora oscura. La noche volvía inquietante la soledad del piloto cuando franqueaba la puerta del campamento portátil de Renault en Jerez.

El ovetense volador hizo al viejo R-27 el mejor coche del día, algo que nunca sucedió en todo el año pasado, con un solitario podio de Kovalainen bajo la lluvia de Japón como mejor resultado. Un monoplaza que irá directo al desguace dio la sorpresa. A los mandos, Alonso hizo trizas las últimas palabras de Fisichella. Al italiano le faltó poco para decir que el Renault era una lata imposible de conducir. Setenta vueltas de pruebas dejaron de propina un tiempo muy esperanzador para afrontar los meses decisivos en la preparación del coche. Fernando Alonso, primero y con todos los gallos en el corral. Fue una décima más rápido que De la Rosa, dejó a dos a Raikkonen y a Massa.

Cuando el sol ya apretaba, un centenar de aficionados pudo acceder al "paddock", menos vigilado que en un Gran Premio. Los empleados de Renault colocaron un par de vallas entre los camiones del equipo y la entrada a la zona de hospitalidad de la escudería. El asturiano se fotografió paciente, llevado en volandas por dos trabajadores del circuito. Acababa de firmar el mejor tiempo del día, aunque muchos de los que anhelaban un gesto, una foto, todavía no lo sabían. El piloto correspondió en la pista y también fuera, agradecido ante los 6.500 aficionados que acudieron al circuito.

El regreso a Renault devuelve a la Fórmula 1 al Fernando Alonso de siempre. En su nuevo equipo siente el calor latino de sus integrantes. Atrás quedaron las rigideces de McLaren, el sinfín de normas sin sentido, la monotonía uniformidad grisácea de sus ropas. El piloto que ayer se sentó a los mandos de un R-27 sin ayudas electrónicas, como será preceptivo este año, recordó más que nunca al doble campeón del mundo en 2005 y 2006. Hasta su nuevo casco recupera la alegría que dejó a un lado para aceptar la sobriedad de Ron Dennis. El azul celeste manda en la parte superior, con los dos rayos que le acompañan desde el inicio de su carrera. En la zona trasera gana espacio una gran bandera de España, muy similar a la que llevó en su anterior etapa en el equipo. La novedad, dos ases: el de tréboles y el de corazones. Cada uno simboliza uno de sus títulos.