A Alicia Bastos, alumna en el C.E.I.P. Santo Paio de Abaixo, en la parroquia redondelana de Reboreda, no la creían sus compañeros de clase cada lunes cuando aseguraba haber arbitrado partidos oficiales el fin de semana. Invenciones de niña fantasiosa, debían pensar. Ahora ya no tienen más remedio que aceptarlo. Alicia tiene once años, la más joven del colectivo arbitral del sur pontevedrés. Recién concluye su primera temporada en el oficio. Ayer impartió una charla sobre arbitraje en su colegio acompañada por dos colegas, Ismael González y Elena Casal.

Alicia juega al fútbol desde los tres años. De portera, mayormente. Ya temprano se mostró interesada por las cosas del silbato. Un antiguo entrenador le comunicó a su madre que había un cursillo en la Delegación de Árbitros de Pontevedra -los redondelanos pueden elegir entre esta y la viguesa-. Pensaba acudir acompañando a una prima, que al final no pudo asistir. En la delegación la vieron tierna e ilusionada. Se suele comenzar adolescente, sobre los 14 o 15 años. "Me dijeron que era muy posible que no pasase los exámenes, pero me iban a dejar intentarlo", relata Alicia. Y aprobó. La más jóven en el grupo aún escaso de árbitras de la zona: ocho en la capital provincial y apenas una decena en Vigo.

Cuentan que se ha integrado a la perfección en un colectivo que destaca por su cohesión. Y que apunta maneras. Esta temporada ha dirigido partidos de las categorías prebenjamín, benjamín y alevín, de fútbol ocho; incluso a niños un año mayores que ella. Ha empezado a prepararse para el fútbol once, que tiene mayores exigencias físicas aparte de las especificidades técnicas.

"Me ha gustado", comenta la joven sobre su campaña de debut. Asegura no haber escuchado ningún comentario negativo de los jugadores. "De lo que sucede en las gradas no me entero", confiesa. Aunque su madre le ha relatado una conversación.

- ¡Qué mala es la árbitro!-, suelta un padre.

- Seguro que aún está empezando-, replica su hijo.

Durante la charla en el Santo Paio salen a relucir aquello que los alumnos oyen en los campos de boca de los adultos. "Los niños ya condenan esas actitudes de los padres. Me sorprendió", valora Elena Casal. "Decían que no les gusta ver a padres insultando a árbitros. Está bien que ya se den cuenta; tiene tela que los niños sean ejemplo para los mayores".

Elena Casal, aunque adscrita a la Delegación de Vigo, ejerce como madrina de Alicia. También redondelana -si bien exalumna del Pedro Floriani-, a sus 29 años pita en la Tercera División masculina y en la Primera femenina; uno de los grandes talentos del arbitraje gallego. "Es una alegría, la ves tan peque, con tantas ganas y tanta ilusión. Da gusto", comenta sobre la pequeña, en la que se ve reflejada, aunque las circunstancias varían. "Yo era un poco mayor, empecé con 15 años. Veo a Alicia, sé lo que pasé y me da por protegerla. Ahora es muchísimo más fácil. No tiene nada que ver. Pero es una niña".

Durante la charla a los alumnos de 5º y 6º de la ESO les hablan de su tarea. Analizan jugadas concretas. "Ponte en la piel del árbitro", se titula. "Ha sido una experiencia muy buena", valora Elena. "Así aprenden desde pequeños a conocer la figura del árbitro". La idea es ampliar la actividad a otros centros educativos de la zona.

"Todavía queda mucho por crecer y avanzar", analiza Ismael González, que ensalza el conocimiento que muestran los alumnos sobre el fútbol femenino. "No hay color con respecto a hace cinco años. Los niños y niñas conocían a infinidad de jugadoras y estaban al tanto de la Copa de la Reina o de la Liga". Su visión es optimista, también sobre el clima en general que rodea al fútbol: "Noto una evolución positiva". Se trata de transmitirle a los pequeños la idea con la que Isma concluye la conferencia: "Al final es solo un juego".