Atlético de Madrid y Betis confrontaron dos estilos diferentes, contrapuestos y sin vencedor en un partido espeso en el estadio Wanda Metropolitano, con un empate a casi nada, los dos lejos por ocasiones, por fútbol y quizá hasta por ambición, salvo en el tramo final, del objetivo primordial: la victoria.

Ni ganó la intensidad, el rigor y el planteamiento táctico del Atlético ni la posesión ni la propuesta ofensiva, más aparente que real, del Betis, los dos enredados en la idea de su rival, pero ambos inamovibles de sus actuales posiciones, el equipo rojiblanco en la segunda plaza, el verdiblanco en la quinta, rumbo a Europa.

Aunque, desde el once, no había duda a dónde enfoca el Atlético. Ha acumulado partidos casi sin parar en las últimas semanas, pero, por encima de todo, avista ya el reto del próximo jueves en Londres frente al Arsenal en el partido de ida de las semifinales de la Liga Europa. Ahí jugarán Griezmann, Koke o Godín, los tres hoy suplentes.

Porque la segunda plaza sigue en juego, pero, dentro de las prioridades, parece que el título europeo está primero en la lista, a juzgar por las rotaciones en una alineación, en cualquier caso, de indudable competitividad, con un ataque renovado, con Torres y sin Diego Costa, sin Griezmann y sin Gameiro, y con un esquema variado.

En definitiva, cuando se agitó algo el partido, cuando la prudencia anterior cambió en ambición, cuando el Atlético se desprendió de la coraza táctica que le pesaba ofensivamente, sin nada deslumbrante, pero sí con la convicción ya de que el empate no era suficiente. Demasiado tarde ya. Un punto para cada uno. No merecieron más.