El Estradense encajó ayer una dolorosa derrota ante el Campo Lameiro. Los rojillos cedieron el liderato en un partido que estaba llamado a ser en una fiesta y terminó convirtiéndose en una pesadilla. La afición respondió a la llamada del líder con más de 500 personas en las gradas y un ambiente de gala para recibir a un Campo Lameiro metido en la pelea por evitar el descenso. Los visitantes sin embargo dejaron claro desde el inicio que no estaban para bromas y destrozaron a un Estradense sumido en muchos momentos en un ataque de histeria colectiva.

La derrota de los rojillos se entiende por el buen partido visitante y se justifica por sus dudas. Renunciaron de inicio a su sistema más habitual con ctres centrales para poblar la medular y desde el principio quedó patente que ese traje no le era cómodo. La salida de balón fue una pesadilla y bastaba una tímida presión para que el Campo Lameiro generase peligro. Sin balón y sin asociaciones, el juego directo fue el único recurso para un Estradense falto de ideas. Todo lo contrario pasaba con un rival armado para hacer daño a la contra y que cometió pocos errores atrás.

Este guión dibuja una nefasta primera parte de los locales, que tuvieron sin embargo un par de ocasiones que desperdició Borja. El Campo Lameiro también tuvo las suyas, con una buena respuesta de Coke. El meta local se convirtió sin embargo en protagonista del 0-1, con una cesión atrás de Pignol que controló en la frontal del área. El colegiado interpretó sin embargo que lo hizo con la mano. La peligrosa falta la aprovechó Fontán.

En la segunda parte Mariano movió sus piezas y el equipo lo agradeció, especialmente con la entrada de Manuti. El dominio local era total, con varias ocasiones claras para empatar, destacando una de Javicho a puerta vacía y un disparo de Samu al palo. Los visitantes sin embargo sentenciaron con una contra rápida en la que Fer batió a Coke por alto. A partir de ahí, el Estradense puso corazón y encontró un penalti en el 90 que convirtió Manuti. El partido murió con el Estradense volcado, pero sin recompensa.