En Cangas nadie se rinde. El Frigoríficos hizo valer su lema y se gana el derecho a seguir soñando con la permanencia en un extraordinario encuentro en el que aplastó a todo un candidato a Europa como el Qabit Guadalajara (22-34). Los cangueses desarbolaron a su rival a base de una defensa excelsa y a un Diego Moyano que vive su segunda o tercera juventud. Por si fuera poco, su gesta se enmarcó en una jornada diseñada en el mejor de sus sueños, ya que sus dos máximos rivales, Puerto Sagunto y Zamora, sucumbieron. El cuadro de O Morrazo abandona el farolillo rojo y aprieta una lucha por la permanencia en la que cangueses y zamoranos suman 12 puntos y los saguntinos tienen 11.

No pudo ser mejor la puesta en escena del equipo que dirige Magí Serra. Su pizarra se plasmó a la perfección sobre el parqué, con Moyano atajando balones y un 6.0 infranqueable, que volvió a dejar a un rival -tras Bidasoa y Zamora- en una cifra pírrica rondando la veintena de tantos. El conjunto visitante dejó claras sus intenciones desde el primer momento y se escapó muy pronto en el electrónico (1-5, minuto 11, con tiempo muerto de César Montes). Los locales se las veían y deseaban para conseguir anotar, asfixiados por la intensidad canguesa, pero reaccionaron tras el parón y se metieron de nuevo en el partido (4-5, minuto 14, con Serra pidiendo tiempo para devolver la moneda a su homólogo). Fue un espejismo, porque lejos de acusar el nerviosismo, los cangueses volvieron a recuperar el control del juego, marcando el ritmo que más les interesaba en todo momento y enfilando el camino a vestuarios por delante en el marcador (8-11).

La entrada de la segunda mitad fue un calco de la primera. El cuadro gallego cerró todas las vías hacia su meta y bombardeó en ataque con precisión. Un parcial de salida de 0-7 rubricaba la superioridad visitante (8-18, minuto 40), catapultando al Frigoríficos hacia un objetivo que cada vez veía más cerca. Lejos de espabilar, el Guadalajara era incapaz de engancharse al partido. Márquez estaba errático en el lanzamiento y su defensa no podía frenar los ataques pausados de los morracenses. En el ecuador del segundo periodo el Balonmán Cangas alcanzaba su máxima diferencia (11-24, minuto 45). Montes reaccionaba con otro tiempo muerto y quemaba sus naves. 6.0, 5.1, 4.2, pero ningún sistema le permitía tocar la tecla mágica para invertir la tendencia. El intercambio favorecía a un Cangas que ya tenía el choque en el bolsillo.