El Villalonga volvió a saborear las mieles del triunfo 22 jornadas después de su última victoria, ante el Negreira a domicilio, y lo hizo en el derbi que le enfrentó al Ribadumia delante de sus aficionados, que no veían ganar a los celestes desde hace siete meses, en concreto desde el 27 de agosto. La victoria no les permite evitar ser colistas, pero supone un golpe de moral para un equipo que está en una situación complicada. Por su parte, el Ribadumia debe seguir peleando para evitar problemas mayores de aquí a final de temporada y ante los celestes perdió una gran oportunidad para ello.