El próximo 29 de abril el mosense Alberto Davila podrá cumplir un sueño que planea desde hace cerca de una década, puede que más. El mes que viene, estará en la línea de salida de la Titan Desert, en una edición que completó las 600 plazas disponibles diez días antes de cumplirse el plazo de inscripción.

Este sueño era compartido cuando se empezó a forjar. Alberto Davila y su amigo Jacobo Romero tenían la ilusión de ir juntos a esta prueba que se desarrolla durante seis etapas en el desierto de Marruecos, concretamente en la zona de Errachidia. El maldito cáncer hará que Davila tome solo la salida en esta edición. "Voy solo, pero acompañado", matiza. Consigo lleva el recuerdo de su amigo Jacobo, que falleció en 2015. "Aún estando enfermo, los dos teníamos la ilusión de que se recuperase para poder hacer la Titan Desert juntos", dice el mosense. "Incluso decía que si la hacía yo solo antes, al venir y verme la cara sabría si él tendría que ir a correrla o no. Nunca pudo ser, pero en cambio sí que corrió su propia carrera luchando contra el cáncer, y nos dio a todos una lección enorme de optimismo, fortaleza y superación", dice Davila. Así que, "el recuerdo de Jacobo me acompañará en esta Titan Desert".

Curiosamente, en la primera edición de la Titan Desert, en 2006, Alberto Davila y Jacobo Romero, emprendieron su particular aventura sobre dos ruedas: recorrer la costa gallega, lo más cerca del mar posible. "Esa fue nuestra primera aventura seria los dos juntos. Desde entonces pedaleamos juntos muchos años", apunta el ciclista de Mos.

"Hicimos una parte en verano y la acabamos al siguiente. Recorrimos 1.200 kilómetros. Ahí sí que comimos arena. No había como ahora GPS, ni llevabas internet. Íbamos a la aventura, con la única orientación de ver el mar siempre a nuestro lado, era nuestra única referencia", rememora. La aventura continuó. Entre 2009 y 2011 hicieron lo mismo en la costa de Portugal, recorriendo en esta ocasión 1.300 kilómetros. Ahí se les unió un compañero más, Jorge Trillo.

Fue en esta primera "vuelta a Galicia", como Davila la denomina, donde nació el Espíritu Alwahiri, un grito de guerra ideado por Jacobo Romero, que finalmente acabaría dando nombre a su grupo de entrenamiento. "Empezó como una broma, un grito que se le ocurrió a él", explica Davila. "Es un grito que simboliza el no rendirse nunca, porque nosotros nunca dábamos la vuelta. Cuando empezamos nuestra 'vuelta a Galicia' nos perdíamos muchas veces, porque no llevábamos nada para guiarnos. Incluso teníamos que meternos por el medio de fincas o por donde cuadrase. Acabábamos machacados", recuerda.

Ese espíritu se plasmó luego en un logo, diseñado por ellos, emulando el perfil de la costa gallega y que lucen en las camisetas de su equipo: "No es un equipo federado, ni nada, pero la gente empezó a unirse a nosotros y ahora, a veces, podemos llegar a juntar a unas 20 personas".

La bicicleta es para Davila algo más que una afición. "Llevo montando en bicicleta desde los 14 años", apunta. "En el 98 corrí una prueba del Gallego, pero siempre me dediqué a la bici como una afición, lo que pasa es que siempre me machaco mucho y me exijo mucho a mí mismo", reconoce. "Todo el mundo me decía siempre que tenía que competir, pero la verdad es que nunca había nada que me interesara mucho".

Hasta que apareció la Titan Desert. "Es un sueño que llevo persiguiendo desde hace años, lo que pasa es que, al final, por trabajo o por motivos personales, nunca se dio la oportunidad". Hasta ahora.

Uno de los grandes desafíos de la Titan Desert será la adaptación. "El tiempo que tenemos ahora aquí está fatal, en las antípodas de lo que me voy a encontrar allí: calor, arena, un clima muy seco...", enumera. Aquí lleva todo el invierno entrenando en condiciones de "lluvia, barro y frío". Aún así, con más de un mes por delante aún para entrenar, considera que llega "bien preparado".

"Mi objetivo es estar entre los 50 primeros. Yendo solo es ambicioso, pero físicamente llego bien, me veo bien", apunta. "Aunque lo hago en recuerdo de Jacobo, también voy con la intención de competir, a intentar dejar el pabellón bien alto. Voy a vivir la experiencia, por supuesto, pero en plan competitivo. Quiero aprovechar y dar todo lo que pueda porque a veces también apetece demostrar algo".

Menos la primera, Davila sigue todas las ediciones de la carrera, con lo que ya sabe cuáles serán las mayores dificultades de la cita. "Una de las cosas en las que más voy a arriesgar es en la navegación", anuncia. "Hay una etapa, la etapa Garmin (sin track facilitado por la organización), que es toda navegación, el recorrido no está marcado. Te dan los puntos y tienes que pasar por ellos. Será una etapa importante", indica.

También tendrán que afrontar una etapa maratón. "Ahí voy un poco penalizado, porque la gente que va en grupos suele llevar mochileros para llevar las cosas necesarias para el día siguiente", dice. "Al ir en solitario es bastante más complicado todo", apunta, aunque está menalizado ante la situación. "Te mentalizas. Yo estoy acostumbrado a pasar muchas horas en la bicicleta solo y no tengo problema por eso. Creo que mentalmente voy bien preparado, motivado", añade.

Al participar en la categoría "corporate" no podrá recibir asistencia de ningún tipo, tampoco mecánica. "Si me pasa algo en la bici tengo que repararla yo. Puedo comprar alguna pieza o recambio, pero la reparación debo hacerla yo mismo".

Aún así, va muy motivado de "pelear al menos mi categoría". En su mente, en su corazón, no estará solo en el desierto. Jacobo le acompañará en cada pedalada. "La dureza que se puede encontrar en el desierto imagino que no puede ser comparable al sufrimiento de una enfermedad que compite contigo cada día por intentar arrebatarte la vida".