No fue el partido soñado por muchos cangueses y quizás tampoco por el propio Rodrigo Corrales. Pero el balonmano es un deporte de equipo y lo que importa es la aportación del colectivo. España sumó ayer por fin, después de cuatro finales perdidas, su primer título de campeona de Europa y entre Los Hispanos había "uno de los nuestros", un cangués. "Hoy quizás no tuvo el mejor día, pero hay que recordar que si llegamos hasta la final fue también en buena parte gracias a él en los partidos contra Alemania y Francia", decían ayer algunos de sus amigos y antiguos compañeros en los equipos de base del Balonmán Cangas, como Hugo Rodríguez.

Ayer la mayoría de bares de Cangas y de O Morrazo tenían sintonizada la final del Campeonato de Europa y hubo grupos que se reunieron ex profeso para ver en comunión el partido. No todos los días un amigo de la infancia con el que vivieron múltiples anécdotas y experiencias defiende la portería de España en una final continental. Tal como se esperaba Rodrigo Corrales formó parte del siete inicial que Jordi Ribera puso sobre la pista de Zagreb para luchar por el oro. Un honor que el cangués se había ganado a pulso en los partidos decisivos del campeonato.

Las primeras sensaciones eran de lo más positivas. "Empieza bien. Paró el primer balón y eso es importante para coger confianza", decía uno de sus amigos tras la primera acción del encuentro contra Suecia. Corrales empezó bien en la portería de Los Hispanos, pero con el paso de los minutos se vio que ayer no tenía su mejor noche. En el minuto 23 del primer tiempo, cuando Suecia estaba dos goles arriba, el seleccionador decidió buscar un revulsivo en la portería y dio entrada a Arpad Sterbik, incorporado a la selección a última hora debido a la lesión de Gonzalo Pérez de Vargas. "Rodrigo se ha tomado bien la situación. Entendió que hacía falta un cambio y Sterbik lo está haciendo bien", decían sus compañeros. "Es normal que en ese momento de la final Ribera decidiese meter a Arpad, es probablemente el mejor portero de la historia del balonmano y no puedes tenerlo sentado así sin más en el banquillo", decían otros.

Lo cierto es que la entrada del enorme Arpad Sterbik y la brillante defensa del combinado español en el segundo tiempo -Suecia solo anotó tres goles en los primeros 20 minutos- fueron clave para decantar la final del lado de Los Hispanos. Daba igual que Rodrigo Corrales ya no estuviese sobre la pista. Cada tanto de España, primero para remontar y luego para apuntillar cada vez al combinado escandinavo, se celebraba con auténtico júbilo. "Nos gusta mucho el balonmano, es nuestro deporte y queremos que gane España. Pero si no llega a ser porque ahora en la selección está Rodrigo a lo mejor no hubiésemos quedado para ver todos juntos la final", explicaban sus amigos y antiguos compañeros. Algo parecido ocurría en el resto de bares y establecimientos, donde el partido entre el F.C.Barcelona y el Alavés quedó en un segundo plano.

Un futuro brillante

Todos están convencidos de que la de anoche es la primera gran final que Rodrigo Corrales juega con Los Hispanos, pero están convencidos de que no será la última. "Si sigue a este nivel, y seguro que va a mejorar, jugará más campeonatos y finales en el futuro", auguran.

El mensaje que ayer transmitían después del encuentro era que "buena parte de este éxito se debe a él por sus actuaciones ante Alemania y Francia". Y en Cangas, así como en el resto de O Morrazo, ese éxito también se siente como propio. Uno de los suyos ha sido decisivo para que España por fin rompa la maldición que le perseguía en los Campeonatos de Europa. Hicieron falta cinco finales, pero por fin Los Hispanos cantaron victoria. Entre ellos había uno de Cangas, que ha llegado para quedarse.