La cuenta se redondea hoy. Mil días. Los que reinó Ana Bolena en Hampton Court y Kennedy en la Casa Blanca; los que lleva el Mecalia Guardés invicto en División de Honor en su propio palacio, tan frágil en su envoltura y a la vez tan invulnerable. "Es increíble jugar en A Sangriña", exclama la capitana guardesa, Estela Doiro. El Granollers, el rival ante el que se conquistó el primer título liguero, será este sábado otra adversario que acuda a A Guarda temiéndose víctima.

La última derrota liguera del Mecalia en su feudo se produjo el 2 de mayo de 2015 ante el Bera Bera (20-26). Esa temporada las de Etayo habían perdido también ante el Rocasa (26-29). Desde entonces, el Mecalia solo ha perdido en casa en competiciones europeas: ante Astracán (los dos en A Guarda, 28-25, 30-33) y Hoors (24-29). En División de Honor acumulan 33 victorias y un empate. En Europa doblegaron a Colegio de Gaia (32-22) y Dnepryanka Kherson (también los dos en A Guarda, 22-33, 30-18).

Su fiabilidad locataria ha sido esencial para completar el proceso de crecimiento del Mecalia Guardés. En este combate a tres que protagoniza con Bera Bera y Rocasa por el dominio del balonmano femenino español, el Mecalia concluyó tercero la campaña 2014-2015 (con dos victorias posteriores a la derrota ante Bera Bera) y también la 2015-2016, en la que acumuló en casa doce victorias y un empate. En el pasado ejercicio, ya con Prades al mando, hizo pleno, trece victorias que lo auparon hasta su primer título. En la campaña en curso añade otras seis victorias, que le mantiene en la pelea por retener el centro, tercero a solo dos puntos del Rocasa.

El conjunto canario ha sido precisamente su última presa en A Guarda (26-21). Pero ni las isleñas ni las vascas del Bera Bera han sido las protagonistas de esa única igualada que empaña los registros. La logró el Málaga (25-25) el 9 de abril de 2016.

El Mecalia no se ha conformado con ganar. Ha avasallado en general a los visitantes de A Sangriña. Solo el Porriño en el derbi de esta temporada (27-26) y el Rocasa la pasada temporada (26-25) asustaron a las guardesas. Abundan los triunfos holgados, con el +19 contra el Zarautz (33-14) o el +18 con el Cleba (43-25) de la Liga 2015-2016 como tope. El Mecalia ha ganado sus partidos en casa por una diferencia media de 8,4 goles en este periodo.

La calidad de las plantillas que ha ido construyendo la directiva del Mecalia sostiene las cifras. Pero con el necesario añadido de una comunión perfecta con la afición, esa que ha convertido el pabellón en lo que proclaman como infierno. "A Sangriña es para nosotras como un fortín. Tener esta afición, cómo se vuelca con nosotras, es como tener una jugadora más", confirma Estela Doiro. "Es increíble jugar en A Sangriña. Lo notamos un montón. Y nos lo dicen también la gente que viene a jugar aquí, de otros equipos, o la que llega nueva al nuestro. Todas se dan cuenta de cómo nos empujan en todo momento, cuando el partido va mal o cuando va bien para que no nos relajemos".

Estela Doiro supone que sus triunfos empiezan a cimentarse antes de que se pite el inicio, en la cabeza de las adversarias: "Saben que es una pista muy complicada y eso al final también te condiciona un poco. Sabes que vas a una pista difícil, en el que público presiona y las jugadoras locales se crecen. Es duro para el rival".

El pabellón más temida del balonmano femenino español es paradójicamente el que peor estado presenta. Porque en el infierno guardés llovía y la condensación sigue produciendo molestias periódicas. "Es verdad que se están haciendo pequeñas reparaciones. Se agradecen las ayudas. Pero podrían arreglarlo un poquito más", dice Doiro de su hogar. "Ahora ya no hay goteras y han mejorado los vestuarios. El problema más grande es la humedad. Hay veces que es difícil entrenar o jugar".