Cuatro años consecutivos en semifinales y hoy les ganamos a los que nos quitaron el oro en el último Europeo. Al final, en este torneo que ha resultado tan igualado se jugarán las medallas los mismos de siempre, excepto Suecia, los que al inicio se pronosticaban como máximos favoritos: Francia, Dinamarca y España, que no falló en el último Mundial, se perdió los Juegos de Río, pero ha vuelto a mostrar su gen competitivo. A los croatas, anfitriones, les ha favorecido la carambola de un triple empate.

Méritos propios y deméritos ajenos marcan el resultado del encuentro de ayer contra Alemania. España basó la victoria en su variedad defensiva. Arrancó con el bloque habitual: Guardiola y Morros en el centro; Gurbindo y Cañellas en los penúltimos. E igualmente con el doble cambio habitual defensa-ataque con Aginagalde y Sarmiento. Alemania, por su parte, nos esperaba con cuatro jugadores de dos metros en la zona central de su defensa 6.0.

España, aunque lo intentó, no pudo despegarse en la primera mitad. Rentabilizamos bien en ataque los cruces de la primera línea y la búsqueda de Aginagalde. Pero se encajaron demasiados goles en la segunda oleada rival, el mismo error que en los partidos de preparación.

Jordi ya ensayó en ese primer periodo la defensa 5.1 con Alex Dujshebaev como adelantado. En la segunda mitad volvería a combinar las dos alternativas, con excelentes resultados. El seleccionador español tomó decisiones mucho más acertadas que el alemán. Prokop ordenó atacar siete contra seis, pidió un tiempo muerto tras los primeros errores e insistió. Gracias, amigo. Jordi, en cambio, logró que sus hombres mantuviesen la intensidad hasta el final y realizó los ajustes necesarios en un tiempo muerto para superar la defensa abierta de Alemania. Y mención especial al gran partido de Corrales.