Inoportuno tropiezo del Celta, que ve cómo se aleja una primera posición en la que se afianza el Sporting de Gijón, y comienza a sentir la presión por debajo, con un Deportivo que se coloca a un punto de los vigueses.

El protagonista del derbi provincial de ayer no estuvo sobre el césped de A Madroa, ya que fue el viento, la lluvia y la niebla, los que condicionaron el desarrollo del encuentro.

No fue un partido cómodo para los jugadores entrenados por Jorge Cuesta. El cuadro granate llegó a A Madroa dispuesto a jugar, no a encerrarse, y decidido a buscar su oportunidad para apretar el encuentro.

El Celta trató de llevar el peso del encuentro, pero los granates le presionaban la salida del balón y les costaba mover el balón. Además, el intenso viento que reinaba en A Madroa impedía que el balón se pudiera mover en pases largos, por lo que se apostó por un juego en corto que se vio beneficiado al no acumular el terreno de juego demasiada agua.

Las mejores ocasiones del encuentro eran para el cuadro céltico que, a pesar de todo, no lo tenía claro a la hora de rematar ante Carrillo. A quince minutos para llegar al tiempo de descanso, un balón desde la izquierda es aprovechado por Losada para romper la igualdad inicial.

En cierto modo era un justo premio al equipo que más había puesto en ese tiempo inicial, pero todavía quedaba mucho tiempo por disputar, y las condiciones climatológicas podían jugar un papel decisivo en el desarrollo.

Tras el paso por el vestuario Luismi, entrenador del Pontevedra, reforzó el centro del campo con la entrada de Veiga. El equipo lo agradeció, ya que comenzaron a recuperar más balones, aunque seguían sin llegar con la frescura necesaria a la frontal del área céltica.

Jorge Cuesta, entrenador del cuadro vigués, tampoco tardó demasiado tiempo en mover el banquillo. El técnico necesitaba darle un aire nuevo a la faceta ofensiva, por lo que optó por meter en el campo a Marcos y Tiago. El partido era de ida y vuelta, y aunque los granates no lograban llegar a las inmediaciones de Fran, poco a poco estaba mejorando en sus juego y el Celta podía llevarse un susto.

A medida que pasaban los minutos, el esfuerzo desarrollado comenzó a pasarle factura a los dos equipos. El Pontevedra era quien debía arriesgar más, ya que estaba por debajo en el marcador , y los cambios de Luismi buscaban realmente esa función.

El partido dio un vuelco a diez minutos para su conclusión. El balón llegó a los pies de Garrido, que estaba fuera del área, a la izquierda de su ataque, y vio a Fran un poco adelantado. El central del Pontevedra golpeó con intención el balón al segundo palo, elevando el esférico lo justo para que Fran no pudiera llegar.

Quedaba muy poco tiempo para la conclusión del encuentro, y llegaron las prisas para un Celta que veía la igualada como un tropiezo importante en su lucha por alcanzar la primera posición. Los dos cambios que faltaban no tardaron en llegar, pero poco aportaron, ya que los jugadores granates defendieron bien sus posiciones, evitando que los vigueses volvieran a marcar.