Rusia está en manos de Vladímir Putin. Todo el país espera que el jefe del Kremlin tome una decisión sobre los Juegos de PyeongChang después de que el COI excluyera a Rusia por dopaje de Estado, permitiendo la participación de sus deportistas bajo bandera neutral. "Nosotros, sin lugar a dudas, no declararemos ningún boicot ni impediremos que nuestros deportistas olímpicos participen, si alguno de ellos quiere competir a título individual", anticipa Putin.

El presidente ruso, un gran aficionado al esquí, conoce deportistas que llevan "toda su carrera" entrenando para participar en unos Juegos. "Por supuesto no prohibiremos a nadie, ni crearemos las condiciones que hagan imposible su participación", señaló. Con todo, agregó que la decisión final la debe tomar "la asamblea olímpica" que incluye a deportistas, entrenadores y dirigentes federativos, y que se reunirá en los próximos días. "Yo también sufro por ellos. Muchos no sólo los conozco, sino que los considero mis amigos. Cada uno debe tomar una decisión", confesó.

Putin admitió que "Rusia es, en parte, culpable" de su exclusión de los Juegos, aunque destacó que el "castigo colectivo" es un concepto jurídico que no existe en ningún país. Putin denunció que las acusaciones de dopaje de Estado vertidas contra Rusia se sostengan en las declaraciones de una persona cuyo estado psíquico, al igual que su catadura moral, "deja mucho que desear". Se refería al antiguo director del laboratorio antidopaje de Moscú, Grigori Ródchenkov, el principal informante de la Agencia Mundial Antidopaje y que denunció un programa estatal de encubrimiento de positivos en los Juegos de Sochi (2014).

Para Putin sería fácil optar por el boicot con el argumento populista de que Occidente intenta castigar a Rusia por su independencia, más aún cuando en breve arrancará la campaña de las elecciones presidenciales. Pero las consecuencias para el deporte ruso serían desastrosas, empezando por una sanción de ocho años que dejaría a Rusia fuera de los próximos dos ciclos olímpicos y la convertiría en un paria.

Que la sanción pudo ser mucho más severa lo denunció ayer el periodista alemán Hajo Sepelt, uno de los que desató hace dos años el escándalo del dopaje en Rusia. "¿Ha cerrado el COI un trato sucio con Moscú para evitar el boicot por parte de Rusia? Incluso en la ceremonia de clausura se podrá ver ya la bandera rusa. Como si nada hubiera pasado", dijo.