El Real Madrid, con una imagen triste, insegura, llena de altibajos y con una falta de juego e ideas alarmante, ganó por 3-2 al Málaga con un tanto de Cristiano Ronaldo tras recoger el rechace de un penalti que sirvió para espantar fantasmas y otro mal resultado con el que habría tirado la liga a la basura.

Zidane decidió invertir en descanso para Luka Modric, a quien dejó en el banquillo para dar salida a Lucas Vázquez, que ya fue titular en Chipre. Isco regresó al once, Vallejo se colocó en el lugar de Ramos y sentó a Nacho con los suplentes, mientras que Casilla se mantuvo en la portería pese a la recuperación de Navas.

Con varios retoques, Zidane rezó para vivir por fin una tarde tranquila en el Bernabéu. El Real Madrid la necesitaba desde hace tiempo. La última vez, contra Las Palmas, el conjunto blanco ganó 3-0, pero Benzema fue silbado por parte de la hinchada madridista, que tampoco apreció que sus jugadores firmaran un buen partido.

El delantero del cuadro blanco necesitaba reivindicarse de una vez por todas, pero no lo consiguió. Aunque abrió el marcador, muy pronto, en el noveno minuto tras rematar a puerta vacía el rechace de un cabezazo al larguero de Cristiano, ofreció de nuevo su imagen más indolente. Como muchos de sus compañeros, contagiados por los nervios.

El Málaga de Míchel fue fiel al estilo de su entrenador. No se acongojó e intentó jugar de tú a tú al Real Madrid. Se replegaba bien pero también salió con valentía al ataque. Y eso, provocó, en algunos momentos, un juego de corre calles que desordenó el partido.

Ronaldo acabó maldiciendo su mala suerte al final de la primera parte. El portugués chocó primero contra el larguero en el gol de Benzema y después contra el portero del Málaga, que hasta en dos ocasiones se empleó a fondo para desesperar en la primera parte a su rival.

En medio de todas estas historias, el uruguayo Rolán empató tras un falló clamoroso de Kroos y Casemiro hizo el segundo del Real Madrid con un cabezazo a la salida de un córner.

Gil Manzano pitó el final de un primer acto movido que acabó con un gol del francés Baysse anulado por falta a Carvajal cuando el tiempo se extinguía. El cabezazo del francés, que pudo cometer una infracción en el salto, acabó en la red de Casilla.

El Málaga no se amilanó. En la reanudación, saltó al campo decidido a hacer daño, directo a la portería de Casilla, sin complejos. Y eso, ante un equipo sin seguridad, era una apuesta que podía ser fructífera. El premio llegó casi a falta de media hora, con un remate desde fuera del área del uruguayo Chory Castro que pasó por debajo de las piernas de Vallejo y que se le escapó a Casilla, que pudo hacer mucho más en el empate del Málaga.

Entonces, Míchel sacó al campo a Borja Bastón y Zidane a Modric, que sustituyó a Isco en uno de sus partidos más intrascendentes de la temporada. El croata cogió la manija del choque y al instante el Real Madrid falló otra ocasión, de nuevo en las botas de Cristiano que no remató un balón en boca de gol.

Ese control de Modric duró un instante fugaz. El medio balcánico no pudo con el empuje del Málaga, que se hizo dueño y señor del partido y fue a por él. Controló la pelota y encerró por momentos al Real Madrid, que de repente se vio abocado a jugar al contragolpe entre los silbidos de un sector del público del Bernabéu.

Cuando el horizonte era negro para los hombres de Zidane, Luis Hernández cometió un penalti sobre Modric que transformó Cristiano con incertidumbre. Su disparo lo sacó Roberto con un paradón, pero su gafe se acabó tras recoger el rechace y hacer el 3-2 para su equipo.

Ahí se acabó el choque. El 3-2 fue un resultado engañoso. Ganó el Real Madrid, pero lo hizo mal. Sin un estilo definido, sin brillo.