Sí, querido lector, esta noche juega la selección española de baloncesto. Pero no se anime demasiado porque no va a ver por televisión a los Gasol, a Ricky y a los Hernangómez. Tampoco va a ver a Rudy Fernández, a Felipe Reyes, a Navarro o a Sergio Rodríguez. A quién sí verá es a Sergio Scariolo, que tiene una papeleta complicada y que, por una incomprensible norma, no puede dirigir a un equipo ACB y a la Selección Española al mismo tiempo. El seleccionador tiene una tarea difícil porque ha tenido que confeccionar dos listas de jugadores para esta convocatoria, una con los jugadores que no participan en la NBA y otra, posterior, con los jugadores que no participan en la Euroliga. Esta última selección, muy interesante de cara al profesional del baloncesto o al aficionado experto, podría resultar un segundo o un tercer combinado nacional. De esta posibilidad y del conflicto FIBA - Euroliga, ya informamos en Faro de Vigo hace algunos meses, bajo el título ¿Se puede construir sancionando?

Si algo tiene el baloncesto español es un nivel medio altísimo, con unas ligas LEB Oro y LEB Plata de cuestionable gestión por la Federación Española de Baloncesto pero en la que los jugadores nacionales han conseguido un gran conocimiento del juego y dominio de los fundamentos, si bien no parece muy lógico que el seleccionador tenga que recurrir a los nacionales que no disputan Euroliga, Eurocup o NBA para poder formar una selección que clasifique a España para la siguiente cita internacional.

Si se preguntan ustedes cómo se ha llegado a esta situación, la respuesta es relativamente sencilla. La FIBA es una asociación suiza, que engloba otras asociaciones (entre ellas la Federación Española de Baloncesto) que regían el baloncesto en general y, por ende, el de las competiciones de selecciones. Fruto de una gestión del baloncesto poco eficiente por parte de estos estamentos, surgieron en Europa ligas privadas como la ACB o posteriormente la Euroliga, creadas tras el modelo de la NBA, aunque aún a gran distancia de ésta.

La NBA o la Euroliga gestionan sus ligas desde un prisma empresarial buscando los beneficios y la buena marcha de sus franquicias. En cambio y en teoría, la FIBA o la FEB son entidades sin ánimo de lucro, cuyo objeto social es el desarrollo y ordenación del baloncesto en el mundo y en España respectivamente. Las trayectorias de unas y otras son radicalmente opuestas: mientras que la NBA o Euroliga cada año aumentan en facturación, volumen de ingresos y presencia mediática, la FIBA y la FEB gestionan competiciones que pierden visibilidad y con gradas vacías, sacadas adelante con gran esfuerzo de los clubes o selecciones que participan en ellas.

La solución que ha encontrado la FIBA a este conflicto no es otra que hacer la guerra por su cuenta y echar un pulso que pensaba que podría ganar y parece que perderá por goleada. Su idea ha sido que las selecciones se clasifiquen en lo que llaman ventanas, a disputar con partidos durante la temporada NBA o Euroliga. En dichos partidos la FIBA esperaba que participasen los jugadores de Euroliga (para la FIBA, la NBA es muy fuerte como para pelearse con ella) que finalmente no jugarán. Lógicamente, los Navarro, Rudy, Felipe Reyes, etc, han escogido a la empresa que les paga, antes que representar a la Federación de su país, como haría cualquier trabajador en su sano juicio.

Por todo ello, nuestro seleccionador Sergio Scariolo ha podido contar únicamente con jugadores que no participan en la NBA, Euroliga o Eurocup. De conseguir estos jugadores la proeza de clasificar a la Selección Española para la Copa del Mundo del 2019 en China, incomprensiblemente se quedarían sin jugar el torneo, dado que, excepto que el seleccionador quiera premiarles por los servicios prestados, quedarán fuera en favor de los Gasol, Ricky, Hernángomez o Sergio Rodríguez.