Iván Pozo (33 victorias, 9 derrotas, 1 nulo entre 2000 y 2013), cuatro veces campeón de Europa e innumerables del mundo hispano en mosca y gallo, es el cuarto mejor boxeador español en lo que va de siglo XXI. Así lo ha nombrado Espabox, web especializada con prestigio en el ramo. "Quiere decir que las cosas se hicieron bien. Aunque si hubiese tenido un poco más de suerte...", deja en el aire el vigués, retirado desde 2013.

Pozo logro un 1% en la votación final. Por delante, Javier Castillejo (56%), Kiko Martínez (39%) y Gabriel Campillo (4%). Los tres fueron campeones del mundo. Los especialistas de Espabox escogieron a Pozo, que cayó ante Narváez en su único asalto a un cinturón mundial, para completar las opciones.

Respecto al resultado de la votación, Pozo refrenda la primacía de Castillejo (62-8-1), a su juicio "el más grande en la historia de España". Y secunda el principado de Martínez (38-8-1), el único todavía en activo de los cuatro y ya "indudable". Discute más la superioridad de Campillo (25-8-1): "Ahí tendría mis discrepancias porque él nunca fue campeón de Europa y le ganó a un campeón mundial muy flojo. Pero me da igual cuarto que tercero, es ya un reconocimiento al trabajo".

Pozo conjetura qué hubiera sido de su carrera si su extraordinaria pelea con Sarritzu en el Velodromo Vigorelli de Milán en 2006 no hubiera concluido con él encamado durante varios días a causa de un hematoma subdural. A partir de entonces los árbitros extremaron las precauciones. "Sí lo pienso, muchísimo. Eso fue un lastre. Es como si un jugador de fútbol no pudiese golpear bien al balón. Que un boxeador no pueda llevar impactos, que esté con temor a los golpes, repercute muchísimo en tu rendimiento", analiza. "Después volví a ser campeón de Europa y hacer cosas importantes, pero nunca llegué a estar al nivel del Iván del principio, el de los combates importantes. Pero bueno, que me quiten lo bailado".

Pozo cree que en Espabox lo han elegido para la encuestra por la riqueza de su boxeo: "Creo que me recuerdan por mi técnica y mi variedad de golpeo. Yo podía ir al cuerpo a cuerpo o a la media y larga distancia, o podía tomarme mis respiros para recuperar. Eso la gente del boxeo lo valora". Agradece también el cariño que percibe en el mundillo: "Me puedo mover por Madrid o por cualquier sitio en el que haya boxeo en España y la gente me reconoce. A veces me digo: "Parezco un actor de Hollywood". Quiere decir que algo has hecho bien y que has servido de espejo para muchos boxeadores".

El olívico, de la escuela del Saudade, eterno pupilo de Paco Amoedo, no distingue un heredero entre las nuevas generaciones. "El boxeo gallego está en una mala situación. No son los tiempos de antes. Tiene que haber gente que enseñe a boxear, con cabeza para llevar a los chavales por el buen camino tanto en el deporte como en la vida. Al final un entrenador es un educador que te aconseja para que tu vida sea lo más correcta posible", comenta. Tampoco el escenario español es prometedor: "Maravilla Martínez está echando una mano a buenos boxeadores. Pero que haya campeones consagrados, a corto plazo, no lo veo claro".

Señala además que lo sucedido a Saúl Tejada, que lucha por recuperarse de nueve meses de coma tras un combate en A Coruña, ha contribuido a oscurecer el panorama: "Una desgracia. Se empezaron a retirar muchos boxeadores. Igual fue una señal para muchos. Llega una etapa en la que se acaba el boxeo. La salud es lo que se queda con nosotros. Por eso hay que tener buenos entrenadores. El boxeo no es un juego, hay que tener cuidado y paciencia. Hoy en día no lo estoy viendo mucho por ahí".