El Atlético de Madrid se asomó al precipicio en la Liga de Campeones, con otro duelo decepcionante en desarrollo y resultado, el empate con el que naufragó en la cuarta jornada frente al Qarabag (1-1) y muchísimo más cerca de su eliminación que de una clasificación pendiente ya de un milagro.

Ya no sólo le vale con ganar sus dos partidos, la visita del Roma al Wanda Metropolitano y el choque contra el Chelsea en Stamford Bridge, sino también esperar que uno de los dos no venza al conjunto azerbaiyano, al que no ha sido capaz de superar el bloque rojiblanco en ninguno de sus dos partidos con dos empates que valen muy poco.

El Atlético sigue deprimido. Sin certezas en nada, con dudas en todo, irreconocible en su defensa, impotente por momentos, atenazado por su propia inseguridad y sonrojado por la posesión que manejó 55 minutos su contrincante, un equipo menor en Europa, pero capaz de proponer fútbol e, incluso, tomar ventaja en el Wanda Metropolitano.

No se intuía nada parecido al inicio del encuentro, cuando el Atlético salió a toda velocidad, con presión, sin permitir más de dos pases seguidos a su adversario, con la recuperación de pelota en campo contrario con todo lo que eso supone y facilita la salida al ataque, pero con una continuidad de apenas cinco minutos de nada.

Porque después, ya dentro del 'modo espera', a la expectativa, permisivo con la posesión del Qarabag, intranscendente entonces salvo en un intento del brasileño Pedro Henrique, el conjunto rojiblanco observó el transcurso del primer acto como si el gol fuera cuestión de tiempo, más por demérito rival que mérito propio. Sin embargo fueron los visitantes los que acertaron poco antes del descanso e hicieron sonar las alarmas en el Wanda Metropolitano.

En el segundo tiempo apretaron los de Simeone que consiguieron empatar por medio de Thomas, pero su asedio no dio para más. Para hacer constancia de que el equipo está cada vez peor.