El de Austin era de los cuatro circuitos que restan para finalizar la temporada el más propicio, o el menos negativo, a los intereses de Fernando Alonso. Un circuito que exige una gran carga aerodinámica de los monoplazas y donde la importancia del propulsor se minimiza. Baste un ejemplo: el asturiano finalizó aquí quinto el pasado año, su mejor clasificación en este trienio negro con el McLaren-Honda.

Pero la historia del Gran Premio de Estados Unidos acabó una vez más por adelantado para el bicampeón ovetense. Exactamente en el giro 25 de los 56 a los que estaba programada la carrera. El motor de su monoplaza perdió la potencia cuando Alonso defendía su octava posición ante el mexicano "Checo" Pérez y le obligaba a tomar la calle de los garajes.

Con el de ayer son ya diez los abandonos sufridos en este 2017 por Alonso. Diez abandonos en dieciséis carreras, pues el asturiano no disputó la cita de Mónaco. Diez abandonos que superan ya los nueve sufridos en 2001 cuando con 19 años debutaba en el "Circo" a los mandos de su modestísimo Minardi equipado con el aún más modestísimo motor European. Diez abandonos que suponen un nuevo récord negativo en el historial del ovetense.

Quedan tres carreras para concluir el calvario con el McLaren-Honda. Y si le resta algún consuelo en este final de temporada a Fernando Alonso es seguir la evolución del madrileño Carlos Sainz, que ayer en su debut con Renault -el motor que el próximo año llevará él con el McLaren- lograba una muy meritoria séptima plaza final, con el plus de haber protagonizado además un excelente adelantamiento a Pérez, y una especular pelea final con Esteban Ocón. La potencia del motor de la firma gala invita moderadamente al optimismo en el garaje de McLaren. Y, por extensión firmada ya la renovación, en el de Fernando Alonso.