Contaba Iván Raña esta semana que le daba algo de miedo afirmar con tanta rotundidad y a pocos días de afrontar el Mundial de Ironman lo bien que se encuentra de forma. Le salía el supersticioso que todo gallego parece llevar dentro, como si reconocerlo fuese una forma de invitar a la mala suerte o a la desgracia. Pero al final le pueden sus 38 años, la madurez alcanzada este tiempo, la paz consigo mismo: "Estoy mejor que nunca".

Esta tarde disputa su quinto Mundial de esta distancia extrema (3,8 kilómetros a nado, 180 en bicicleta y una maratón de 42 kilómetros a pie). Su mejor resultado fue precisamente en su estreno en Kona en 2013. Finalizó en sexta posición tras completar la mejor carrera a pie de los participantes. Partecía el anuncio de que pronto estaría peleando por el triunfo, pero lo cierto es que en las siguientes ediciones el de Ordes fue incapaz de mejorar esa posición por unos motivos u otros. Hace un año acabó noveno. Sabe que en este 2017 llega en un estado de forma que invita al optimismo, pero recuerda el gallego que se enfrenta a una prueba extrema e imprevisible: "Uno nunca sabe lo que se va a encontrar, si ese día te levantas más, si tienes un problema con el material, una avería, una sanción o simplemente que no vas. El trabajo creo que está hecho y eso es lo único que estaba en mi mano. Ahora se trata de darlo todo, de ir al límite".

Siente el de Ordes, el hombre que abanderó la revolución del triatlón en España, que en el último año ha evolucionado considerablemente en el tramo de bicicleta, que es donde se juegan gran parte de sus posibilidades. Esos 180 kilómetros en solitario, una contrarreloj interminable en la que no se puede coger una rueda y en la que se suelen enfrentar al fuerte viento de Hawai, son la base del éxito en el Mundial. "Creo que he mejorado mucho, que voy intenso y suelto en la bicicleta. Me siento bien, fluido y eso es muy importante", confirma.

Raña lleva más de una semana en Kona, adaptándose al terreno y viendo constantemente hacia el cielo, pendiente del tiempo, del viento. Vive en un apartamento a cinco kilómetros de donde se centra la actividad estos días. Lejos del bullicio encuentra el gallego la felicidad y la calma antes de la batalla que le espera en unas horas. Su cuerpo aún tiene frescas las últimas semanas de trabajo de máxima intensidad en busca del punto óptimo de forma: "Estuve dos semanas en Lanzarote, en Sun Beach; y luego otro tanto en Madrid, en la Residencia Blume, donde tuve la suerte de que la federación española (FETRI) y, en concreto, Iñaki (Arenal, seleccionador), me dejaron estar, para poder prepararme, con Paquillo (Fernández). Hicimos mucho trabajo en bicicleta por la sierra y tuve muy buenas sensaciones".

De las condiciones en las que se va a disputar la prueba explica que "lo peor será el calor, como siempre. Noto más seca la carretera. De hecho, cuando subimos a la parte más alta del recorrido, recuerdo que el año pasado estaba más verde. Ahora está más seco todo. Y luego, viento, mucho viento; sobre todo en la parte de retorno (del circuito ciclista) y eso va a hacer muy duro el tramo final de bicicleta porque se va a hacer con mucho viento de frente".

Los ojos estarán puestos en el alemán Jan Frodeno, ganador de las dos últimas ediciones y que puede convertirse en el primer hombre en ganar tres veces esta mítica prueba, aunque Raña aumenta el número de favoritos: "El estadounidense Ben Hoffman, el canadiense Lionel Sanders, los alemanes Andi Boecherer y Sebastian Kienle, el belga Freddy Van Lierde son gente que están en condiciones de pelear por el triunfo". Dentro de un año tal vez en esa nómina de aspirantes esté Javi Gómez Noya. Pero esa ya será otra historia, distinta a la que Iván Raña tratará de escribir esta tarde.