Este Pontevedra ya vuela alto. El conjunto lerezano desarboló el talento del Real Madrid Castilla y logró su tercera victoria consecutiva con una puesta en escena que no tuvo nada que envidiar a su mejor versión con Luisito en el banco.

Fue un triunfo basado en el colectivo. Al igual que en Ferrol y hace dos semanas contra el Sanse, el Pontevedra ofreció una sensación de bloque. Todos brillaban porque todos entendían su función en cada momento. La distancia entre líneas agobiaba a un Real Madrid Castilla que, pese a todo, comenzó mandón.

El equipo de Solari demostró en el primer cuarto de hora ese talento que se le presupone, pero a partir de ahí fue el conjunto lerezano el que tomó las riendas. El fútbol del equipo lerezano ya no se basaba solo en correr. La posesión se igualó y el Pontevedra construía desde un ataque más posicional, aunque siempre con vértigo. Sin embargo, al descamnso se llegaría con el 0-0.

El Pontevedra transmitía unas sensaciones soberbias. Sin balón era una roca y arriba llegaba constantemente. Pero faltaba el gol. Y en la jugada más rocambolesca de todas, llegó el ansiado premio. Tras un córner a favor que no encontró rematador de milagro, León se hizo con el esférico y buscó sitio para chutar. El santanderino disparó, la pelota salió rebotada y al segundo palo, solo, apareció Añón, que volvía a abrir la lata. Sigue en racha.

Con el marcador a favor el Pontevedra mantuvo el plan. No se amedrentó atrás y fue valiente. Y lo que acabó llegando fue el segundo y definitivo tanto. Fue la sentencia de un partido que el Pontevedra siguió controlando gracias a una exhibición táctico-colectiva encomiable que secó al Castilla.