Un lanzamiento por el ángulo corto para salvar la envergadura de Gurutz Aginagalde supuso el sábado el tanto 1.400 de Suso Soliño en la Liga Asobal. Un gol que no hace más que acrecentar la historia de aquel joven que entró en el Frigoríficos del Morrazo con 14 años y que hoy, 28 temporadas después -25 de ellas en el primer equipo- se resiste a la retirada. "Estoy orgulloso de todo lo que he pasado, y lo bueno es que he podido disfrutarlo en el equipo de mi pueblo", afirma el extremo derecho, que añade que "lo realmente importante es que consigamos la permanencia, lo personal es anecdótico".

Después de 456 partidos en la élite, los recuerdos se disipan en la memoria del veterano jugador cangués, que admite no recordar su primer gol. "Fue en la temporada en la que acabamos jugando la promoción ante el Ivesur Málaga, pero jugué muy poco. Marcos Fernández era el titular y yo estaba en el banquillo y muchas veces incluso en la grada", afirma. Esos primeros años fueron de adaptación a la máxima categoría para un deportista que actuaba de lateral en el equipo juvenil. "Al subir me colocaron de extremo por el físico, aunque era más divertido jugar de lateral", apunta de modo sorprendente tras tanto tiempo en zonas exteriores. "El extremo se pasa medio partido esperando y como lateral puedes tomar decisiones", explica.

De sus recuerdos positivos rescata "todos los ascensos, está claro, pero también algún partido suelto". Uno de los más especiales fue ante el Badajoz en la División de Honor B, por la combinación de su valor personal y deportivo. "Fue la primera vez que mi niña venía a verme. Marqué 14 goles y el último de ellos para ganar en el último segundo", dice. Del futuro solo indica que "la temporada acaba de empezar y tengo que ver cómo la aguanto. El año pasado se me dio bien y por eso sigo. Es a final de temporada cuando hay que pensarlo", señala de una posible retirada. Lo que tiene claro es que "el balonmano me encanta y si juego no es por el dinero, sino porque me gusta".

A su favor tiene que este año Adrián Menduiña parece haber roto ese maleficio que perseguía a sus jugadores de puesto, con lesiones y diferentes problemas que les impedían lucir. "Estoy muy contento con él, está jugando bien, muchos minutos, y es un jugador de la casa al que conozco desde juveniles. Es bonito y además me dará mucho descanso", señala el mayor de los hermanos Soliño. Administrar su presencia en pista se antoja fundamental para poder extender su ya larga carrera deportiva.

Por lo de pronto, la preocupación es conseguir que la escuadra canguesa esté un año más en la máxima categoría del balonmano nacional. "El año pasado la adaptación fue difícil porque teníamos jugadores que tampoco hablaban el idioma. Este año Chapela es de aquí, Mendu es de la casa, Cancio es un veterano y Simic está bastante integrado. Ha sido todo más rápido", reflexiona, manifestando que "el juego está siendo mejor y la defensa también".

Lo que no cambia es el papel desempeñado por O Gatañal, básico nuevamente en el partido del pasado sábado ante el Logroño La Rioja. "Después de tanto tiempo aquí a mí no me sorprende nada. La gente está ahí cuando los necesitamos y más en este partido, al que le tenían muchas ganas, y aunque viniese menos gente de lo habitual siempre hacen mucho ruido", asegura. El pabellón cangués, apunta, "es una olla a presión que siempre es muy complicada para los rivales". Y sentencia subrayando que "la base de nuestros éxitos son los partidos de casa, y los ganamos gracias a nuestra afición. Siempre nos dan un plus".