Un punto más. El Rápido de Bouzas sumó ayer un punto más en su camino hacia la permanencia en la categoría y, una semana más, se mantiene invicto en la zona de privilegio de la clasificación.

El punto de ayer tiene un valor importante al tener que igualar un marcador adverso, con el esfuerzo que eso conlleva. Sin embargo también es de agradecer que la situación se produjera ante un filial, que normalmente nunca apuestan por defender la ventaja y buscan algo más.

Borja Jiménez sorprendió con el "once" que sacó ante los colchoneros. Cotilla y Yago Pérez no fueron los únicos que comenzaron el partido en el banquillo, pues Pablo Carnero, que parecía intocable, tampoco salió de cara. Los primeros minutos de juego fueron eléctricos. Los dos equipos parecían empeñados en lograr el gol lo antes posible, y el balón circulaba de un lado al otro del campo sin orden ni concierto y con la única finalidad de que el rival no dispusiera de alguna ocasión de gol.

Evidentemente con esta situación, las ocasiones de gol fueron escasas. El balón no pasaba por el centro del campo pues se buscaban los balones en largo. El problema era que cada vez que el esférico llegaba la frontal, las dos defensas no tenían escrúpulos de sacarse el balón de encima como podían.

Tal y como se estaba desarrollando el encuentro, el gol solamente podía llegar en una jugada a balón parado o en un despiste, y esto mismo fue lo que le pasó al Rápido mediado el primer tiempo.

Arona se internó por la banda derecha hasta la línea de fondo. Visualmente parecía que el balón había salido, pero el árbitro auxiliar no levantó el banderín, con lo que el jugador del Atlético de Madrid B puso el balón en el punto de penalti, en donde Cristian no tuvo más que empujar el balón para romper la igualdad inicial.

El tanto fue un jarro de agua fría, pues los madrileños tampoco habían hecho méritos más que suficientes como para ponerse por delante en el marcador.

A pesar del mazazo del gol, el Rápido no cambió su forma de juego, ni de defender. De hecho pudieron lograr el tanto de la igualada a cuatro minutos para el descanso, cuando tras una larga jugada el balón llega a Isma, que estaba dentro del área, y su disparo toca en un defensor colchonero para que salga rozando el palo derecho de la portería defendida por Carlos Marín.

Tras el paso por el vestuario, Borja Jiménez movió ficha. Lo primero que hizo fue sacar a Pablo Carnero, y es que tras los primeros cuarenta y cinco minutos, el delantero vigués podía aprovechar alguno de los balones a la espalda de la defensa madrileña. Además, a los doce minutos Yago Pérez entró en el centro del campo, y la decoración del encuentro cambió de forma radical.

Como no podía ser de otra forma el Rápido de Bouzas dio un paso al frente. El cambio táctico obligó a los jugadores del Atlético de Madrid a retrasar líneas, procurando aprovechar las circunstancias del terreno de juego para juntar líneas y evitar que los aurinegros crearan ocasiones de peligro.

Poco a poco el partido se fue convirtiendo en un monólogo, el que protagonizaban los jugadores vigueses que buscaban un gol que, por lo menos, le diera un punto que se estaban ganando. El técnico boucense echó en resto con la entrada de Carlos Pereira. El Rápido tenía todo su potencial ofensivo sobre el terreno de juego, no tenía más.

La presión de los aurinegros era agobiante. El Atlético de Madrid reforzaba su línea deportiva con la entrada de Rentero, Manny y Solano. Tenían tres puntos que bien podían valer un liderato.

El esfuerzo del Rápido tuvo su recompensa a siete minutos para la conclusión. Una buena jugada en la que participaron Diz, Carlos y Pablo Carnero, y que remató Yago al fondo de la red. No quedaba mucho tiempo, pero sí el suficiente para que Carlos Pereira estrellara un balón en el palo.