La primera medalla de oro que se entregará en los Mundiales de Londres, hoy, tiene como destino muy probable el delgado cuello del británico Mo Farah, que en ausencia de su polémico entrenador, el estadounidense Alberto Salazar, ataca en la final de 10.000 la primera parte del doblete que se propone.

Muy pocos apostarán por otro que no sea el atleta de origen somalí, que ha dominado el fondo mundial de forma abrumadora durante los seis últimos años, a partir de Daegu 2011, donde el título se le escapó por muy poco ante el etíope Ibrahim Jeilan.

Sus dobletes (5.000 y 10.000) mundiales en Moscú 2013 y Pekín 2015 y olímpicos en Londres 2012 y Río 2016 deberían haber bastado para blindar su figura, pero las sospechas en torno a los métodos empleados por su entrenador, Alberto Salazar, le han puesto a menudo en el disparadero.

Salazar no acompañará a su discípulo más preclaro en Londres. Envuelto en la controversia, el técnico, excorredor de maratón, se ha quedado en casa. No figura entre el personal acreditado.

Las relaciones entre técnico y atleta se han ido enfriando a medida que se propalaban las sospechas sobre los métodos de Salazar, que han suscitado la intervención de la temible Agencia Estadounidense Antidopaje (USADA) para investigar a fondo el Oregon Project ideado por el entrenador.

Uno de sus más duros rivales será su compañero de entrenamientos el estadounidense Galen Rupp, subcampeón olímpico aquí mismo en Londres cuatro años atrás.

La final de los 10.000 metros será la única del primer día y está prevista para las 22.20 horas.