Vicente Iborra, al Leicester; Roque Mesa al Swansea; Sandro, al Everton. Jugadores franquicia. La clase media del fútbol español comienza a emigrar este verano. Ofertas entre 6 (Sandro), 13 Roque) y 14 (Iborra) millones de euros por futbolistas interesantes. Todos con un denominador común: están en el ordenador de Julen Lopetegui. Futbolistas que han sido claves en sus equipos.

Los clubes españoles ingresan un dinero que les viene bien para apuntalar el plan estratégico de LaLiga. La patronal exige con rigor deuda cero a sus clubes de inmediato para seguir manteniendo la credibilidad de un sistema que le permite explotar los derechos de televisión en el mundo entero. La Premier League es el gran cliente. España cuenta con cadena de producción que trabaja sin desmayo, ofreciendo futbolistas de un alto grado de fiabilidad.

Seguro que todos los clubes afectados encuentran recambio en la inagotable cantera de sus equipos. Sin embargo, vistas las cifras que se mueven en el mercado internacional, parecen traspasos de perfil bajo. Su valor está por encima de su precio. Los clubes medios no han podido apuntalar las cláusulas de rescisión en las últimas temporadas.

La crisis económica les ha impedido estar más atentos a sus plantillas. Ahora, que los clubes van viendo en su mayoría la luz al final del túnel, sus ejecutivos deben comenzar a actualizar las cláusulas o a no tener prisa en vender y comenzar a presumir de futbolistas. Es el siguiente paso. El primero es cuadrar los balances.

Los agentes han sido los grandes beneficiados de este repunte. Han aguantado sus clientes sin subir las fichas y sus salarios, esperando su momento. Que ha llegado. España cada vez más, cuenta con el fútbol como factor determinante de ese 1 por ciento que aporta su industria al Producto Interior Bruto.