Alemania se proclamó campeona de la Copa Confederaciones al derrotar por la mínima a Chile. De esta forma, los alemanes inscribieron por vez primera su nombre en este torneo, en el que Brasil había ganado las tres últimas ediciones y que, según los rumores, podría haber vivido sus últimos instantes.

Fue un trabajo de ingeniería alemana, en el que los pupilos de Joachim Löw aprovecharon inteligentemente los fallos del rival y mantuvieron la calma en todo momento, muy al contrario que el equipo rival, que fue todo pasión y nervios.

Un fallo garrafal de Marcelo Díaz a los veinte minutos marcó el devenir de la final, ya que hasta entonces La Roja había desarbolado a la campeona mundial. Alexis no tuvo su día, pero tampoco el resto de integrantes de la generación dorada del fútbol chileno, que no supieron reponerse del duro revés que supuso el gol encajado.

Chile, con los celestes Marcelo y Tucu, salió a atosigar a los alemanes desde el primer minuto. En el primer cuarto de hora los alemanes apenas cruzaron el centro del campo, mientras Alexis y Vargas ponían a prueba a Ter Stegen. A los veinte minutos Alexis tuvo en sus botas el primer gol después de que el portero teutón no fuera capaz de atrapar un disparo desde fuera del área de Vidal, pero no llegó a golpear el balón, fallo que sería fatal. Y es que un minuto después ocurrió un accidente que marcaría la final. Marcelo Díaz intentó burlar a un rival cuando era el último jugador y el balón se lo robó Werner, que ante la salida desesperada de Bravo se lo cedió a Stindl para que marcara.

Tras unos minutos grogui, Chile pareció haberse recuperado, pero fue un espejismo. Los nervios se apoderaron de los futbolistas de La Roja, ya que Jara repitió el fallo de Díaz y le regaló el balón a los alemanes, pero Bravo tapó el disparo de Goretzka.

Tras la reanudación y el fallo de Díaz aún fresco en la memoria, los chilenos lo intentaron, pero ahora sí la "mannschaft" presionaba más arriba. No habían pasado diez minutos y Pizzi dijo basta, reemplazó a Díaz y sacó a Leonardo Valencia como revulsivo, pero los chilenos comenzaron a frustrarse, a protestar al árbitro por cada jugada y a caer en el juego sucio. Jara dio un codazo a Werner en una jugada en la que mereció una roja directa, pero el VAR le perdonó la vida y lo dejó en amarilla.

A falta de un veinte minutos los chilenos se recompusieron y comenzaron a atacar en mareas, expuestos al mortal contraataque alemán, y así pidieron penalti en una caída de Alexis. El recién salido Sagal tuvo en sus botas el empate tras una jugada en la que Puch, que había evitado milagrosamente que el balón saliera a córner ante el portero alemán, le dio al delantero un gol cantado pero éste disparó a las nubes. Entre los vítores de su gran afición, que no dejó de creer, los chilenos siguieron empujando, pero no estuvieron a la misma altura que en las anteriores dos finales, cuando La Roja derrotó a la Argentina de Messi en la Copa América.

Portugal se hizo con el tercer puesto al derrotar en la prórroga a México (2-1), partido en el que los lusos no echaron de menos a Cristiano Ronaldo, que ya estaba de vacaciones.