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David Pérez Pallas: "Más que el error, es importante anotar el defecto para corregirlo"

El árbitro vigués, de 29 años, ha quedado undécimo en el grupo de Segunda esta temporada

David Pérez Pallas. // R. Grobas

- Ha quedado usted undécimo en las puntuaciones de los árbitros, entre los 22 de Segunda. ¿Hasta qué punto valora este puesto?

- La clasificación es el reflejo final del trabajo de una temporada. En nuestro caso no tiene tanta repercusión quedar un puesto más arriba o más abajo. Cuenta para los que suben, que es maravilloso, y para los que bajan, una pena. El puesto siempre es el correcto. Pero nosotros aspiramos a mucho más y esperamos tener pronto noticias mejores.

- Usted quedó algo decepcionado por su clasificación de la pasada temporada, cerca del descenso.

- Es mucho más agradable quedar undécimo que duodécimo. Pero nosotros también dependemos de factores que a veces no están al cien por cien en nuestra mano. En una temporada tienes jugadas muy claras y la suerte de verlas; en otras, de esas que llamamos jugadas grises a nivel arbitral, que pueden ser una cosa o la contraria, cuando es más difícil decidir y tiene más mérito.

- Un club puede tomarse la consolidación en una categoría como un objetivo a largo plazo. Pero para un árbitro se antoja inevitable querer ascender.

- Desde que llegamos a Segunda hace cinco años tanto Adrián Díaz (su asistente vigués) como yo, nuestro objetivo ha sido ascender a Primera. Pero teniendo los pies en el suelo y sabiendo que estamos en una categoría superchula. Somos unos auténticos privilegiados por dirigir en la segunda mejor competición del país, en una de las mejores ligas del mundo. Desde esa alegría, tenemos la autoexigencia de llegar a la categoría superior. Pero es el objetivo de todos los compañeros.

- Todavía no ha pitado usted partidos de play off de ascenso. Aunque ninguno de los que asciende lo ha hecho esta temporada, algo que quizá no se entiende.

- Puedo darle la vuelta a la pregunta: ¿por qué no van a pitar los que han pitado? Segunda es una categoría con muchísimo nivel. Cualquier árbitro puede pitar cualquier partido, todos están preparados, y así pasa durante la temporada. No hay árbitros de arriba y de abajo. Incluso en la clasificación las diferencias de puntuación son escasas.

- ¿En qué ha mejorado durante este lustro en Segunda? ¿Qué le falta por mejorar para ascender?

- La evolución nace de uno, pero también se ve acompañada por el comportamiento de los demás. Está lo que he mejorado yo y cómo me ha mejorado la visión de los demás. Cuando llegas a una categoría, no conoces los detalles. Es fútbol igualmente, pero con más rapidez e intensidad y hay más minutos de juego efectivo. Con la experiencia te adaptas mejor a esas circunstancias. Por otra parte, cuando llegas, los equipos no te conocen, no saben dónde tienes los límites y a veces los buscan. Cuando pasan las temporadas, los jugadores ya conocen esos límites. En ese sentido, se te hace más fácil arbitrar. Necesitas tomar menos decisiones. Yo soy muy crítico con nuestro trabajo. Hay que mejorar en todo. Es importante que todos los elementos de tu arbitraje sean coherentes entre sí. De nada te vale tener varias cualidades si no casan entre sí. La mejora debe ser global. Ya tenemos un buen nivel. El trabajo más intensivo va por el arbitraje preventivo y proactivo.

- ¿De esta temporada ha quedado especialmente satisfecho o insatisfecho con alguna actuación?

- Cuando tienes una jugada o un partido que no te ha salido bien, llegas a casa fastidiado, sobre todo si has perjudicado a un equipo o a una afición. También al arbitraje. Sabemos cuál es la percepción del arbitraje español. Perjudicas a todos tus compañeros. Y estás fastidiado por ti mismo. A nadie le gusta que algo no le salga bien en el trabajo. Pero es parte de nuestra labor. Nosotros decidimos y las personas que toman decisiones se equivocan. Siempre decimos que tenemos entre 24 y 48 horas en las que sentimos el error, nos preocupamos e intentamos analizarlo. Después hay que empezar a pensar en el siguiente partido. No creo que sea cuestión de una jugada o un partido, sino de buscar una mejora constante. A veces hay errores en un partido que no se ven, pero que si no los corriges pueden coger magnitud. Más que apuntar el error, es importante anotar el defecto para intentar corregirlo.

- Usted forma sociedad con Adrián Díaz, vigués y amigo, y con el aragonés Moisés Mateo, salvo cuando coinciden con equipos aragoneses. ¿Siente ese responsabilidad de que el futuro de Adrián depende en gran medida de usted, más que al revés?

- Los ascensos son individuales. Pero lo normal es que sea un equipo el que haga la buena o no tan buena temporada. Son sinergias que confluyen. Tengo la suerte de ir con un amigo personal a los partidos de fútbol. Bueno, con dos, porque también Moisés es encantador. Somos tres amigos que pitan partidos de Segun da con toda la seriedad y toda la responsabilidad. Eso nos permite disfrutar todavía más del arbitraje. Cuando le va bien a uno, lo normal es que le vaya bien a los otros. Como árbitro, tienes más responsabilidad que los asistentes. Su labor es muy compleja. Tienen un índice de acierto muy alto. Adrián está progresando muy rápido y ha alcanzado un nivel increíble. Moisés (el asistente principal, que se ocupa de la banda de los banquillos) le ayuda mucho. Los dos están entre los mejores de la categoría. Evidentemente, como líderes, los árbitros tenemos esa responsabilidad con el arbitraje, con nuestros equipos y con nosotros mismos.

- Usted también carga con la esperanza de la delegación de Vigo, que anhela volver a tener un árbitro en Primera División. El último fue Taboada Soto, en 1992.

- Más que una carga, es un empujón. Los compañeros de Galicia y especialmente los Vigo, con los que estoy más en contacto, son majos y siempre están pendientes de cada partido. Me mandan mensajes al acabar, tanto cuando sale bien como cuando sale mal. Y sí, siempre me dicen que hay que intentar llegar. Pero es una liberación más que un peso. Me ayudan en los momentos que no son tan buenos. Me alivia tener compañeros que me intentan aportar y me dicen dónde puedo mejorar. Es una suerte tener una delegación como la de Vigo.

- En la delegación viguesa están de fiesta con Elena Casal: entra en el grupo específico que dirigirá en Primera femenina y se une a Zulema González como árbitra en Tercera.

- Estamos muy contentos. Entrenamos juntos. En los dos últimos meses, en los que se ha entrenado de forma intensiva, hemos tenido un montón de conversaciones e intercambiado correos electrónicos con dudas. Elena se ha esforzado y ha evolucionado mucho en su arbitraje. Que personas que persiguen un sueño lo alcancen es bueno para ellas y para los que las rodean. El mensaje es que esto es para la gente que trabaja. Otros compañeros como Boris y Carlos podían haber subido a Tercera. Pero el año ha sido muy bueno. Hemos tenido dos ascensos de chicos de Primera Nacional a Preferente, con Borja y Toni. Y tenemos una hornada muy buena en Segunda Regional, con un grupo que dará mucho que hablar en el futuro. Somos como una pequeña familia. Y la gente que llega no se va. Yo hace 16 años que soy árbitro. Es una alegría ver a esa gente crecer igual que otros, como Fernando Iglesias o Jorge Cendón, me vieron crecer a mí.

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