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El sueño roto del balonmano vigués

Plazos y dudas sobre el uso de As Travesas frustran el desembarco del Celta en un proyecto que lideraba José Cerillo, destinado a competir en la zona alta de la Liga Asobal en un plazo de cuatro años

Cerillo, en un reportaje de apoyo al Celta cuando jugaba en el Octavio. // Marta G. Brea

El proyecto que debía llevar al balonmano vigués a la cima de la Liga Asobal a medio plazo, solo por detrás del Barcelona en su potencial, se derrumba justo antes de nacer. José Cerillo, exjugador del Academia Octavio, había trabajado durante meses en la confección del plan. El Celta ya había aprobado su involucración directa e intensa. La Federación Española y la Gallega apoyaban la iniciativa con entusiasmo. El primer equipo iba a salir a competir en División de Honor Plata. Todo ha encallado a última hora. No se ha podido solventar el uso de As Travesas en los términos que deseaba el Celta. Los plazos se han agotado. Todos se desmorona y para siempre porque a partir de la próxima temporada ya no se podrá adquirir plaza en la segunda categoría. Cualquier club nuevo tendrá que empezar a competir en Primera Autonómica o como máximo, en Primera Nacional.

El balonmano vigués, en lo que a la élite se refiere, atraviesa el peor momento de su historia desde que el Vulcano lograse en los años sesenta el primer ascenso a la máxima categoría. El Academia Octavio, el club de referencia desde hace medio siglo, ha descendido a Primera Autonómica igual que el Granitos Ibéricos Carballal. La entidad académica aún sigue pendiente de que pueda abrirse hueco en Primera Nacional. En esa división siguen Seis do Nadal Coia y Vilatrade Lavadores. El Seis do Nadal abre nueva etapa bajo la presidencia de María Consuelo Prelchi. Pero en principio ninguna de las dos entidades piensa en el ascenso como objetivo inmediato. En cuanto a los clubes del entorno, el Construcciones Castro Porriño falló en su asalto a Honor Plata. El horizonte del equipo masculino está vinculado a lo que decida hacer el patrocinador. De esta forma, y salvo que alguien adquiera plaza a última hora, el balonmamo de élite seguirá tras el telón de acero de Rande, con Frigoríficos y Teucro en Asobal, y Cisne en Honor Plata.

Pudo ser diferente. Así lo había imaginado al menos José Ángel Fernández Sedano, Cerillo para el siglo. De hecho, el exjugador del Octavio, que también ejerció como gerente del club rojillo antes de irse y que la pasada temporada jugó en el Granitos Ibéricos, ya había encajado todas las piezas.

El trabajo se inició hace meses, pero se había acelerado en las últimas semanas. Cerillo había concebido la fundación de una nueva entidad. Contactó con el Celta, donde había gente interesada desde hace tiempo en ayudar a la resurrección del balonmano vigués. Las negociaciones cuajaron de forma rotunda. La directiva del Celta aprobó un desembarco serio en el balonmano. Quedaba concretar la forma institucional concreta; no se descartaba la creación de una sección dentro del club. Era, en todo caso, una apuesta en firme.

El proyecto se elaboró con cuatro temporadas de vigencia. Entre sus líneas maestras incluía la creación de categorías inferiores; la firma de un convenio de colaboración con otros clubes de balonmano; una intensa campaña para captar masa social, con facilidades para los abonados de fútbol.

En cuanto al primer equipo, el propio Celta animaba a construir una plantilla ambiciosa. La Federación Gallega y la Federación Española mostraron su respaldo. José Luis Pérez Ouro ha estado junto a Cerillo en numerosas gestiones. Francisco Blázquez se ha prestado para cualquier tipo de contacto. Cerillo contaba con que el equipo saliese ya en División de Honor Plata, adquiriendo la plaza que el filial del Granollers había logrado -la consigue casi todos los años y la vende después-, mediante una esmerada ingeniería administrativa. La política de fichajes pasaba por ir reclutando a los principales talentos gallegos, más refuerzos de calidad. Hacia el final de ese ciclo de cuatro temporadas el equipo céltico debería estar compitiendo ya en la zona alta de la Liga Asobal.

Las instalaciones municipales a emplear se pagarían al precio estipulado y del Concello, a nivel económico, sólo se requería la subvención que estuviese marcada en el baremo. Faltaba un requisito: el Celta quería garantías escritas de que podría disponer con gran autonomía del Central de As Travesas en cuestiones como la programación de partidos o la gestión de la publicidad. Pero las autoridades municipales no veían encaje legal a lo que se pedía y eran partidarias de seguir el protocolo habitual que se aplica a los clubes en el reparto del Central. Y en esta disparidad, con Cerillo yendo de un lado a otro, intentando encontrar alguna solución de urgencia, el Celta ha decidido retirarse del asunto y se han agotado los plazos.

No hay marcha atrás ni es un plan que pueda recuperarse en el futuro, al menos en los términos actuales. A partir de la próxima temporada ya no se podrán adquirir plazas en Honor Plata o Asobal. Si los clubes renuncian a ellas, el derecho pasará al siguiente clasificado. El sueño del balonmano vigués yace roto.

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