El sábado (si gana o empata ante el KH-7 Granollers) el Mecalia Guardés puede hacer historia en el balonmano gallego al conquistar el título de la máxima categoría femenina. Las del Baixo Miño se convertirían en las sucesoras de la Sociedad Hípica La Coruña que hace 55 años ya se convirtió en el primer equipo gallego en ganar el trofeo.

Cinco años después de su ascenso a División de Honor femenina, el conjunto de A Guarda ha ido subiendo peldaños, año a año, hasta situarse a un solo punto de destronar al mismísimo Bera Bera, el gran dominador de las últimas temporadas.

Han dado en A Guarda con la pócima mágica del éxito, aunque ellos prefieran achacarlo a "la conjunción de todos los astros", tal y como apunta el directivo Jesús López, que forma parte de la junta desde el ascenso. "Tenemos un buen patrocinador (Mecalia), una gran masa social y empresas de la zona que nos apoyan, cada una dentro de sus posibilidades", enumera el tesorero del Guardés.

Según Beatriz Estévez, antigua jugadora del equipo y ahora integrante de la directiva, la masa social se calcula en unos 600 aficionados. Una masa social que se ha convertido en uno de los grandes valores de un club modesto, pero dispuesto a codearse con los más grandes.

La aportación de las instituciones también es clave para que el Mecalia Guardés goce de tan buena salud. "Las instituciones públicas, Diputación, Xunta de Galicia y Concello, aportan un 35 por ciento de nuestro presupuesto", matiza Jesús López, a la vez que añade que las categorías inferiores también son una fuente de ingresos importante. Rifas o sorteos se añaden a la lista de ideas de la directiva para poner en marcha un proyecto que ha llegado a la cúspide antes incluso de lo que esperaban. "Se hicieron apuestas firmes otros años por el ascenso y no salieron. El año pasado teníamos muy buen equipo pero no se pudo conseguir. Este año se apostó por José Ignacio Prades en el banquillo y, con mucho trabajo, estamos ahí a un paso", analizan.

El presupuesto del Mecalia Guardés está fijado en unos 392.000 euros, que incluye las fichas de las jugadoras y también el cuerpo técnico. La actual junta directiva lleva ya dos temporadas en el cargo, aunque hay gente que llevaba en el club desde el ascenso, como el presidente, José Manuel Silva. "Cada año hemos ido apostando un poco más", dice López.

Uno de los factores clave que ayudan a entender la eclosión del Guardés fue el convenio firmado con un equipo angoleño para la formación de sus jugadoras en A Guarda. Hace dos temporadas firmaron un acuerdo con el club Primeiro de Agosto, pionero en el balonmano nacional. "Fue un convenio que nos aportó unos 100.000 euros. Eran cuatro jugadoras a las que teníamos que dar manutención, asegurarlas y formarlas", explican. "Fue lo que nos permitió crecer un poquito. Gracias a este convenio pudimos sanear el club y el dinero lo empleamos para ir reduciendo deuda. Ahora estamos en números positivos", cuenta el tesorero.

Y esa bonanza económica les permitió también ampliar sus objetivos deportivos con refuerzos de calidad y con proyección de futuro.

"No soñábamos con esto ni mucho menos", reconoce Jesús López. "El primera año tras el ascenso quedamos quintos y luego cada año fuimos dando un pasito más, acabando terceros los dos últimos años", indica. Jugar en Europa fue otro de los premios. "Disputamos cuatro años competición europea y este año tendremos la oportunidad, por primera vez, de meternos en la Champions", anuncia.

El Mecalia no se cansa de crecer. Desde aquel club fundado en 1967 de la mano de José Carlos Rodríguez Barros, que jugaba en el Patio de Tierra del Colegio P.P. Somascos, donde había que marcar las líneas de juego con cal (teniendo que remarcarlas si llovía) hasta acariciar el título de liga han pasado muchas cosas en un Guardés que tocó el cielo en la temporada 2011/12, tras superar la fase de ascenso disputada en Valencia, con Elena Estévez y Marcial González en el banquillo. De la mano de Manu Etayo dieron otro estirón. Jugaron en Europa y se convirtieron en uno de los equipos más fuertes de la Liga. De la mano de José Ignacio Prades, el equipo acaricia la que puede ser la página más brillante de su historia.