El Leganés firmó ante Las Palmas una victoria balsámica (3-0) que le permite ampliar la ventaja con sus rivales por la permanencia y de paso enviar a uno de ellos, Osasuna, a Segunda.

Acallada la frustración de la afición local con los arbitrajes, lo que sonó fue el impacto duro y seco del balón contra el larguero. El autor del golpeo precedente, Diego Rico desde veinticinco metros. Ese aviso animaba a buscar algo más y atendió a la llamada Luciano, con un híbrido entre centro y tiro que rozó a escuadra. No hubo mucho más de los locales hasta el intermedio.

Con la reanudación llegó un vendaval de tres goles que barrió la tensión en poco más de cinco minutos. Tuvieron que ver en ello la fe siempre constante de Miguel Ángel Guerrero y los graves despistes defensivos del conjunto visitante.