Su nombre surge en cualquier momento de la conversación, más frecuentemente encabezando las razones que justifican organizar y querer ganar la Challenge Cup. "Se la queremos dedicar a Pablo Beiro. Le hubiera encantado estar aquí", explica Agustín Alejos, el subcampeón olímpico que fue un niño al que Beiro cobijó en su regazo. Hoy su sobrino, José Antonio Beiro, continúa su obra como presidente y reconoce: "Fue una espinita que se le quedó clavada". En la directiva siguen Carlos González y Manolo Veiga, junto a los que fundó el Amfiv. Pablo, "el jefe, nuestra gran cabeza", le dice Veiga, los acompaña en cada paso.

A Pablo Beiro, que falleció en febrero de 2015, siempre le quedó abierta la herida de la Copa Andre Vergauwen de 2012. Se la habían adjudicado como anfitrión y tuvo que renunciar a ella cuando las instituciones le negaron soporte. Competitivo además de filantrópico, el primer paralímpico gallego de la historia también hubiera querido decorar las oficinas del club con el primer título. Deudas que sus herederos sienten que deben saldar, aunque les cueste la salud. "El lunes a las tres de la madrugada, viendo los cuadrantes con el director deportivo, Nacho Cabaleiro, me arrepentía. Lo maldices todo. Pero es el estrés previo", reconoce José Antonio Beiro, que se confiesa "con cero nervios a nivel deportivo. Espero cualquier cosa. No me preocupa. A nivel institucional sí estoy demasiado nervioso. Con todo el trabajo de la organización, ni me he parado a pensar que la vamos a jugar". Porque ya trabajó en la organización de otras, pero amparándose en Pablo: "Es la primera que me como de responsable. Son los nervioso típicos de querer que salga todo bien, que no falle nada".

El secretario, Carlos González, que tantas calles y pueblos recorrió junto a Beiro en los ochenta para que los discapacitados abriesen los ojos a otro tipo de vida, explica que la organización de la Challenge Cup "significa un reconocimiento a nivel europeo de la labor que hemos hecho durante estos 35 años. Europa llevaban ya tiempo ofreciéndonos organizar un trofeo. Pensamos que era necesaria para darle un empuje más a la integración a través del deporte, que es lo fundamental; para revitalizar a los niños que entran en las escuelas deportivas. Que la gente vea que aún estando en silla de ruedas se puede llegar a un alto nivel deportivo".

Para José Antonio Beiro todo se alinea para que se produzca el éxito deportivo y por eso mismo sospecha: "No se volverá a dar todo para que podamos ganar, cómo está el equipo, la confianza, empatados con el segundo en liga... Pero ya se le romperá la silla a Lorenzo o le pasará algo a Agustín. Somos el pupas. Cada vez que nos jugamos algo, pasa algo. Vamos a disfrutarla. Si llegamos a la final, de maravilla", propone.

Tampoco Veiga presiona a la plantilla: "Ganar el torneo sería un premio fantástico, después de 35 años de trayectoria, de todo lo que hemos pasado, de las finales perdidas. Y ahora que nos falta el jefe desde hace un par de años, sería una forma fantástica de darle un homenaje. Pero nos han concedido esto por la imagen que nos hemos ganado y nuestro compromiso es que salga perfecta gane quien gane. Ojalá que seamos nosotros. Pero aunque no, los que nos visiten tienen que irse orgullosos y felices de nuestro trato".

La maldición del anfitrión se da con frecuencia en el deporte. Carlosmatiza: "Afortunadamente varios jugadores han soportado esta presión anteriormente, incluso a nivel de Paralimpiadas y campeonatos de Europa. Juegan delante de su afición, en su ciudad. El equipo técnico está haciendo las cosas de la manera adecuada para transformar esa presión en competitividad. Saben que si se olvidan de los líos mentales, su papel será bueno; si serán campeones, ya no sé".

Manolo, que es el tesorero, piensa en cómo afectará a la cuenta bancaria una temporada "demasiado extraordinaria. Económicamente va a ser una desgracia. La Final Four de la Liga supondrá un gasto extra muy importante. Los jugadores se lo han ganado en la pista y esperamos que la disfruten. Todo esto que estamos viviendo es de estos chavales que están aquí. Pero también de todos los que han pasado por el club y ahora están en casa y nos visitan de vez en cuando o ya no están, por desgracia. Sin ellos no hubiésemos llegado aquí, críos que vinieron y jugaron, luego encontraron trabajo, se mudaron, se cansaron o lo dejaron por edad. Son tan importantes como los de ahora".