Al coruñés Ángel López, militar de profesión, un accidente de coche le desmigajó la médula a la altura de las cervicales. Fue en 2003. Recuerda bien el momento del diagnóstico. "Me dijeron que sufría una tetraplejia de las peores. Mi lesión es prácticamente como la de Ramón Sampedro", menciona en referencia al marinero sonense cuya lucha por el suicidio asistido Alejandro Amenábar retrató en la película Mar Adentro. "Eran otros años, claro", explica López. "Hay que desmentir que un tetrapléjico hoy ya no vaya a moverse de cuello para abajo. Existen avances, rehabilitación, aparatos...". Él es la prueba moviente de esa progresión. Este domingo disputará su segunda Vig-Bay

En abril se cumplen precisamente 14 años desde el accidente. "Y cada día sigo teniendo el reto de mejorar", proclama. López, que practicaba taekwondo o trail antes de la lesión, y que además había ejercido de socorrista, regresó al deporte tan pronto le fue posible. Primero, la natación, "lo más barato y sencillo"; después, cuando pudo costearse el material -cada silla o handbike personalizadas cuestan 6.000 euros-, triatlón y atletismo. El mayor éxito de esta apuesta lo disfruta en las rutinas diarias: "Vivo solo y tengo una vida autónoma, me arreglo bien".

Al asfalto se dedica desde hace tres o cuatro años. Es ya un asiduo en la media de su ciudad, Coruña21. Fue en la última edición de esta prueba en la que estrenó su silla de atletismo, en lo que equivaldría a correr a pie. "Hice un crono de 1.35. No estuvo mal para ser la primera". En la Vig-Bay, sin embargo, se mantendrá fiel a la "handbike", esa bicicleta en la que se pedalea con los brazos. "Esta carrera tiene esos tramos que van picando hacia arriba. A mí, al tener las manos afectadas, se me hace más duro. Con la handbike cuesta menos". El año pasado, en su debut, completó el recorrido en 1.20. "Nos había pillado el temporal antes y salimos mojados. También hubo mucho viento. Aunque vamos casi a ras de suelo, nos afecta mucho". Calcula, en función de los tiempos que está realizando en los entrenamientos, que podrá rebajar su marca personal. Pero no le disputará la victoria a Iván Montero, que en 2016 se impuso con 1.02. "Competiremos 15 atletas en esta categoría y cada uno tiene una discapacidad diferente. Yo sé que no le voy a ganar a Iván, que es un amputado que anda muchísimo. Mi objetivo es mejorar".

Ángel forma parte de ENKI, el equipo creado por la Fundación Abrente para fomentar la inclusión en el deporte. Del grupo forman parte atletas convencionales, que ayudan a sus compañeros discapacitados: los acompañan corriendo o en bici, los ayudan con la hidratación y con posibles pinchazos, les advierten de los baches. "Siempre que me preguntaban si me costaba mucho completar las carreras respondía que en realidad lo que me costaba era llegar a ellas", revela el herculino. "No puedes aparcar cerca de la salida, la bicicleta es muy grande... Gracias al proyecto ENKI los voluntarios nos llevan la bicicleta, nos ayudan a vestirnos y todo esto".

La ayuda no evita el esfuerzo que toca a cada uno, que debe gestionarse con precaución. "Cuando acabo, yo tengo que irme a casa, hacer la comida y ducharme, todo con mis brazos. No soy como un atleta que puede descansar las piernas y realizar otras cosas. Tienes que tener un especial cuidado con las lesiones", advierte. En este sentido agradece los rodillos dispuestos en la Vig-Bay para calentar antes de la prueba y soltar tensión después. "La organización es muy buena y por eso repetimos", aclara. "Nos ponen todas las facilidades del mundo. Esperamos seguir agradeciéndoselo muchos años con cada vez más participantes en silla y no solo de Galicia. Le decimos a chicos del resto de España que vengan a competir".