Samu Rivas tiene 22 años. Estudia magisterio. Berto Carballo, de esa misma camada, anda ya por cuarto de ADE y es uno de los creadores de Canteira Celeste, web especializada en la información sobre el vivero de A Madroa. Ambos, peñistas de Preferencia Celeste. El viaje a Jarkov se les acomodó a la agenda y a sus ahorros. Se confeccionaron un viaje por poco más de 200 euros en billetes y hoteles baratos. A cambio, de itinerario tortuoso. Salieron de Oporto a las siete de la tarde, en dirección a Varsovia. Llegaron al aeropuerto de Modlin. Pernoctaron en la capital polaca. A la mañana siguiente se trasladaron al otro aeropuerto, el Chopin. De allí, a Jarkov, con estación intermedia en Kiev. A las nueve y media de la mañana del jueves habían completado la primera parte de su odisea.

Los dos amigos se trasladaron en taxi a su hotel, situado muy cerca del Metalist. Tras instalarse, quisieron conocer el estadio. Allí se encontraron con el director de seguridad del Celta, Julio Vargas, y otros miembros de su departamento. Vargas ya les ofreció entonces la posibilidad de volver directamente a Vigo en el chárter del equipo, en el que había plazas libres. El plan de Berto y Samu contemplaba dormir en su hotel hasta las cuatro de la mañana tras el partido, levantarse, ir al aeropuerto, volar a Kiev, pasarse allí seis horas de escala, gastar el día en Varsovia, probablemente sonámbulos, y al fin regresar a Oporto el viernes. Al tener todo pagado, decidieron mantener su plan. Aunque agradecidos, rechazaron la oferta.

Vargas los llevó hasta el centro de Jarkov. Dieron una vuelta. Comieron. Descansaron. "Durante el día no tuvimos ningún problema. Ya habíamos leído que era mejor no mostrar símbolos. Lo único que llevábamos del Celta eran las bufandas y Samu, un pantalón que tiene un escudo. Pero por las calles no enseñamos nada. No tuvimos mucha relación con la gente. Para preguntar por sitios no nos entendían, inglés no habla nadie".

También accedieron sin incidencias a la zona reservada en el Metalist a los escasos hinchas celestes. Juntos disfrutaron del encuentro: "Pudo decantarse para cualquiera de los dos equipos. Ese penalti, aunque según me dicen no era, sí que premia el trabajo del Celta, que tuvo opciones de todos los colores para marcar".

La victoria les endulzó la desagradable escena que sufrieron durante el descanso. "Siempre que hay partidos fuera de casa solemos hacernos una foto para llevar de recuerdo", explica. "Como estábamos en primera fila, detrás del banquillo, subimos un poco para tener una mejor perspectiva. Sacamos las fotos bien. Cuando estábamos sacando una panorámica del estadio sucedió. Fue rápido. Eran tres chicos jóvenes. A Samu le dieron un golpe en el hombro y se le cayó la bufanda, que tenía en la mano. Yo la tenía en el cuello, me la cogieron y echaron a correr. La mía no me dio tanta pena, es de mi peña y tenemos recambio. A Samu sí que le dio pena y rabia. Era su primera bufanda del Celta. Llevaba diez años con ella". La bufanda de Samu acabó quemada.

"La seguridad era horrible", denuncia Berto. "No teníamos la zona acotada. Los aficionados del Shakhtar se podían sentar detrás de nosotros sin problemas. De hecho se sentaron tres y los de seguridad del Celta consiguieron que se fueran". Las deficiencias del dispositivo también quedaron expuestas al final del partido: "Estábamos sentados sobre la valla que hay antes del banquillo. Y de repente nos cae una botella de agua con tapón. Por fortuna no le dio a nadie. Y poco después, cuando ya estaba casi desalojado el estadio, un señor bastante borracho iba con una botella en la mano con la disposición de tirárnosla. Al final consiguieron apartarlo. Pero la seguridad, en vez de ir sobre él y actuar, le iban pidiendo por favor que se retirase. Estos 'stewards', lo que tenían en el peto, eran voluntarios, no había seguridad privada en nuestra zona".

"Me llamó la atención que cuando empezó la prórroga, a las doce hora de allá, mucha gente se empezó a ir. Porque claro, era tarde. Ya empezaba a acuciar el frío", explica el vigués, que matiza: "En el estadio también hubo mucha gente que vino a pedirnos fotos, incluso un señor minusválido que me llamó y me pidió que me hiciese una foto con él en una zona acotada para ellos. Una de cal y otra de arena. Gente maja hay en todos los sitios al igual que descerebrados".

Nerviosos por lo que había sucedido, Berto y Samu preguntaron al Celta si su oferta para regresar en el chárter seguía en pie: "Nos dijeron que sin problema y tantos ellos como la agencia que tramitaba el chárter, la de El Corte Inglés, se mostraron muy atentos y nos tranquilizaron en todo momento. Fue un detalle muy bueno por su parte".

"Lo de Varsovia nos dio pena por tenerlo todo reservado. Aunque apenas habríamos dormido y no lo hubiéramos disfrutado tanto", se consuela Berto. "Haber viajado con el equipo y con la afición, además después de esta victoria, es algo inolvidable. Yo me voy contento. Ya tendré ocasión de viajar a Varsovia otra vez".