Miguel Méndez está en Vigo. Sale de Peinador y le recibe un sol que se pretende veraniego. Podría ser la escena de cada final de campaña, cuando el entrenador del Familia Schio italiano inicia sus vacaciones. El meteoro confunde. La escena se anticipa. Es todavía febrero. Méndez ha sido destituido. El primer despido en su larga carrera. Duele el hecho, su inexperiencia en estas situaciones, pero sobre todo la incapacidad para comprender las causas. Una sorpresa común en el Schio, su entorno y el mundo en general del baloncesto femenino. "Nadie se lo explica", conviene el vigués.

Méndez vivía su cuarta campaña en el Schio. De las tres anteriores queda un balance de tres títulos de Liga, dos de Copa y tres de Supercopa. Glorias contra pronóstico en muchas ocasiones, en partidos épicos como los vividos en la cancha del Ragusa. En dos de las tres participaciones de Euroliga el Schio se había clasificado entre los ocho primeros, compitiendo con las poderosas escuadras rusas, francesas y turcas. El excéltico, además, había iniciado un rejuvenecimiento de la plantilla, cuestión compleja en un deporte italiano que reverencia hasta un punto obsesivo a sus figuras veteranas. Méndez había ido implantando sus ideas de forma tranquila, pactada, sin traumas. Su prestigio en el club permanecía estable. El último informe rutinario del director general así lo confirmaba. En el apartado relativo al cuerpo técnico, concluía con una frase rotunda: "Es el mejor entrenador que hemos tenido durante los últimos veinte años".

Solo una persona sabe a ciencia cierta la razón del llamativo relevo: el presidente del Familia Schio, Marcello Cestaro. Una fuerza de la naturaleza pese a sus ochenta años, visceral, emotivo, que siente el club como parte de sí mismo para bien y para mal. De Cestaro se sabía que hasta hace un par de semanas planeaba renovar a Méndez. Quería ofrecerle dos campañas más. Ya nunca se sabrá si la negociación hubiese cuajado. El vigués meditaba sobre la conveniencia de alargar o no su ciclo. Puede ser producto de discrepancias menores. El caso es que todo se desencadenó el pasado viernes. A la vuelta de un largo viaje a la rusa Kursk, Cestaro llamó a Méndez y le comunicó su destitución. Ya había contratado incluso a un sustituto, Mauro Procaccini.

La derrota en Kursk no pesa en su decisión. El Schio tiene muchas opciones de meterse otra vez entre los ocho primeros de la Euroliga. En el torneo doméstico está a una sola victoria del líder Lucca. "El equipo está para ganar otra vez", anticipa Méndez. Cestaro aprovechó más bien la ausencia de sus principales consejeros directivos, con el equipo en Rusia, para evitar que alguien pudiese convencerlo de que reconsiderase su postura.

Y lo han intentado, aunque ya fuese imposible. El director deportivo, el director general o las jugadoras con mayor peso en la plantilla le han manifestado al presidente su desacuerdo con la maniobra. La opinión de la afición también resulta evidente. Son abundantes los comentarios en la cuenta de Facebook del Schio criticando la decisión. Ciudadanos de todas las edades le han testimoniado su devoción por las calles de la villa véneta. Y en el pabellón, en el debut de Procaccini en el banquillo, se colgaron pancartas de apoyo al saliente. "No te olvidaremos, Miguel". El presidente, fiel a su ardorosa personalidad, tomó un micrófono para dirigirse a los seguidores. Quería decirles que le parecía bien y compartía ese afecto hacia el gallego. Fue replicado con abucheos.

Lo cierto es que Cestaro se ha mostrado muy cariñoso con Méndez en las últimas horas de éste en Italia. Han mantenido una última conversación. El dirigente recordaba su diálogo con la mujer de Miguel Méndez, Sofía, la primera vez que ésta visitó la ciudad.

- Miguel puede ser mejor o peor entrenador. Pero es una gran persona.

"Dígale a su esposa que tenía razón", le ha comentado Cestaro a Méndez. No puede descartarse que a estas horas se haya arrepentido. Públicamente ha argumentado que Miguel llevaba casi cuatro años fuera de casa, que lo notaba triste y que temía que esa tristeza pudiese contagiarse a la plantilla.

Aunque todavía "emocionalmente saturado" por todas las muestras de cariño que ha recibido, Méndez se esfuerza en cerrar este importante episodio de su carrera. "Más allá del final, el balance ha sido fantástico a nivel profesional y personal", resume.

Confiesa su desorientación: "Me faltan herramientas para gestionar la situación". Solo de Burgos se había ido antes de que concluyese la temporada y fue por acuerdo mutuo. En él confluyen ahora la necesidad de entrenar lo antes posible y el respeto al caché que se ha ganado a pulso. En marzo se reunirá en Madrid con su agente francés. La idea es encontrar un proyecto que le permita seguir compitiendo por estar entre los mejores de la Euroliga femenina. Rusia, Turquía o Francia son destinos probables. Italia, tal vez pero no en la próxima campaña. No se siente capaz de visitar Schio como rival: "Sería demasiado pronto".