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EuroCelta: "Salgan ahí y ganen, nada más"

Miembros del cuerpo técnico de Víctor Fernández, periodistas y aficionados recuerdan la gesta del Villa Park, que el Celta debe repetir ante el Shakhtar

Acta original del partido con las alineaciones y banquillos de las dos escuadras.

Víctor Fernández congrega a sus jugadores a su alrededor en el vestuario del Villa Park. Faltan pocos minutos para que comience el partido de vuelta de dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA 1998/1999. Por las paredes se filtra el rumor de las gradas; ladrillo, madera y hierro en el viejo y señorial estadio. Un gol de Joachim en Balaídos, dos semanas antes, parece haber anticipado el final del sueño europeo, que el Celta ha acunado durante tanto tiempo. También en Gran Bretaña, aunque en la escocesa Aberdeen, al norte de Birmingham, había concluido la breve aventura de los pioneros en 1971. El Aston Villa lidera la Premier League. No ha perdido en los nueve partidos que ha disputado como local. Ramón Carnero, ayudante de Víctor igual que de Rojo, Castro Santos, Jabo, Lotina y Vázquez, puede recitar el mensaje preciso que el entrenador aragonés le dirige a su plantilla: "En este partido solo nos vale la victoria. Así que salgan ahí y ganen, nada más". El resto es historia, la gesta que inaugura las glorias europeas del club, y tal vez premonición. Carnero ya se imagina a Berizzo repitiendo la arenga en el vestuario del Metalist.

Fue aquella una obra colectiva de la que participaron muchos. En la Estación Marítima con Carnero se reencuentra Eduardo Domínguez, preparador físico de aquel Celta; también de Espanyol, Real Sociedad y Deportivo con Lotina; de Spartak y Mallorca con Karpin. Ha vuelto de Emiratos Árabes, donde trabajó junto a Luis García. Se les une Carlos Pérez, que ejercía de delegado. Compartieron chárter a Inglaterra con Luis Vázquez y Suso Sánchez, dos de los hinchas "ueferos", un grupo que acompañó al equipo en todo su periplo continental. Muchos celtistas que se quedaron en casa escucharon la retransmisión de boca de Pepe Cadavedo, cronista en Radio Vigo. Juntos vivieron muchos partidos memorables. Pero la noche del Villa Park conserva su encantado especial como primicia, por sobre todas.

"La verdad es que aquel Aston Villa podía parecer inalcanzable y más tras el resultado de la ida. Pero lo creíamos posible", comenta Moncho Carnero. Una sensación en la intimidad del grupo que también se contagiaba fuera, como confirma Suso: "Pues realmente no había muchas posibilidades. Pero teníamos ilusión. El Celta tenía un equipazo".

Ni siquiera la derrota había mitigado la ingenua alegría con la que el Celta empacaba sus maletas. "Viajamos dos días antes a Birmingham, como solía suceder entonces. Entrenamos el primer día en la ciudad deportiva del Aston Villa y el segundo en el Villa Park. Todo nos llamaba la atención", observa Eduardo Domínguez. Carlos Pérez se fijó en los lujos del Villa Park, "sus palcos, el restaurante" y en que los banquillos de ambos equipos estaban juntos y en medio de la grada. "Es una muestra de la mentalidad deportiva de los ingleses".

No todo agradó a la expedición. Penev y Djorovic tuvieron problemas en la aduana con sus pasaportes. El hotel del equipo, próximo a The Belfry, campo de golf donde Europa había conquistado una Ryder Cup, era laberíntico. Muchos se confundían de habitación. El de aficionados y periodistas, de deficiente calidad. Incomodaban los extraños enchufes británicos. Aunque todo luciese en comparación con lo que habían conocido un mes antes: "En Rumanía las autopistas eran de tierra y se te acercaba gente que parecía salida de un campo de concentración", relata Luis. "Te pedían tabaco y se peleaban por él".

En las instalaciones del Aston Villa paladearon, en cambio, ese poso tradicional que impregna los rincones de la cuna del fútbol. Horas de descubrimiento y diversión. Prensa y directiva disputaron un partido en la ciudad deportiva del Aston Villa, "el único que hemos ganado", precisa Pepe Cadavedo. Los descubrió el técnico de los "villans", John Gregory. "Preguntó extrañado quiénes eran esos que jugaban tan lento. Y nosotros que pensábamos que estábamos volando", bromea. A la relajación del entorno se le añadía la descacharrante impertinencia de Karpin, Penev o Mostovoi.

- ¿Qué te parece que el Aston Villa recupere a Taylor y Thompson?-, le preguntaron al Zar los periodistas.

- ¿Y esos quiénes son?

A Mostovoi poco le importaba esta pareja y sus otros compañeros: Collymore cuando todavía apuntaba a figura estelar, el fino Lee Hendrie o el contundente Southgate, actual seleccionador de los Pross.

- El equipo inglés no nos preocupa, solo nos preocupa lo que hagamos nosotros.

"Los jugadores estaban enchufados", narra Eduardo Domínguez. "Lo notabas. Cada tarea del entrenamiento salía a la perfección".

Lo que sucedió al día siguiente puede describirse en los sonidos que los célticos todavía escuchan reverberar en sus cabezas. En el griterío de Cadavedo, cantando los goles. "Aunque la SER y la Cope habíamos contratado líneas, no funcionaban y nos metieron con la televisión. Unos noruegos nos pidieron que bajásemos el tono y acabaron apartándose de nosotros". Eduardo Domínguez menciona el "oh" de los hinchas locales, incapaces de retener su asombro ante las combinaciones magistrales del Celta. "La Premier no era tan cosmopolita y equipos como el Aston Villa seguían practicando un estilo muy inglés", analiza. "No se esperaban que nosotros pudiésemos practicar un juego tan combinativo como el Barça o el Real Madrid". Suso apuntala: "Estábamos en la grada y notábamos lo sorprendidos que estaban, casi extrañados".

El Celta ni siquiera se descompuso cuando Collymore igualó de penalti en el minuto 30 el gol que Sánchez había logrado en el 26. Mostovoi de falta en el 33 y Penev en el 47 tradujeron al marcador la abrumadora superioridad viguesa. "En el vestuario hubo alegría, pero contenida. La gente tenía hambre de más", asegura Edu Domínguez. Aunque hasta los más fríos tuvieron que sentirse conmovidos cuando aterrizaron en Peinador a los cuatro y media de la madrugada. Más de un millar de celtistas abarrotaban la terminal.

Es esa emoción a raudales la que todos echan de menos en la actual eliminatoria. "La gente no es consciente de la dificultad que supone estar en Europa", lamenta Eduardo Domínguez. "No lo están valorando como debieran". Se debate sobre las causas: los horarios que frustran al celtismo de fuera de Vigo, cuestiones institucionales, el carácter de la época... Sin perder la esperanza de que el entusiasmo regrese. "Ojalá el Celta pase y los aficionados puedan resarcirse de lo que pasó en la Copa disfrutando de una nueva eliminatoria", desea y alimenta su optimismo: "Salvando las distancias, existen paralelismos entre el equipo actual y aquel nuestro. El del Toto también posee un estilo propio; cuenta con gente madura como Aspas, Mallo, Roncaglia o Cabral; y tiene la ambición de demostrar en Europa todo lo que ha demostrado ya en España. A diferencia de lo que pasó en Mendizorroza, ante el Shakhtar no tienen un resultado que proteger. Eso les servirá de aprendizaje. Irán a por todas". La fortuna favorece a los audaces. Así lo aprendió en el Villa Park.

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