Viaje a mitad de semana, de casi 700 kilómetros de carretera. La ilusión compensa las dificultades. Ni un suspiro duraron las 670 localidades que el Alavés puso a disposición del Celta. Otros tuvieron que comprarlas en la web oficial del club vitoriana. En tierras vascas los esperan también hinchas celestes tan significados como los miembros de la Peña de Bilbao Zeru-Urdin. Juntos se sienten familia y en muchos casos lo son realmente.

La sangre de los aficionados del Celta se nota agitada. Trece autobuses parten hoy desde Balaídos a las ocho de la mañana. El histórico partido de hoy lleva a muchos de ellos a recorrer los 660 kilómetros que separan Vigo de Vitoria para acudir a la cita ante el Alavés con el optimismo como bandera. Lo demuestran en cada gesto. Tina y Sico (Constantina Lago y Francisco Sebastián) utilizarán un recorrido que ya conocen. Ya estuvieron en Pamplona esta temporada. Ellos serán compañeros de viaje de Ángel, Álvaro Varo, Álvaro, Juan, Alba y María José, miembros del clan Galloso. Otra familia y sus amigos que apuestan por el triunfo del Celta. Y también Sara y Noelia, dos amigas que irán acompañadas de Iago, el hijo de dos años de la primera.

La ilusión por llegar a una final de la Copa del Rey es un estímulo mayúsculo. Sico dice que "veo al Celta en la final. Sin duda". Es socio de Río Alto junto a su esposa y pertenecen también a la Peña Lío en Río. Cuando se le pregunta por un pronóstico para el partido de hoy, no tiene dudas. "Vamos a ganar por 0-2, con los goles de Iago Aspas y Roncaglia", afirma rotundo. Y añade: "Roncaglia marcará de cabeza".

Ambos tienen experiencia en viajes para acompañar a su equipo. También vivieron la época del Celta europeo de hace algunos años. Lens, Turín, Marsella, Lisboa, Londres o Amsterdam figuran ya como ciudades y estadios que visitaron. "Es una pasión que tenemos. Nos alegramos por las victorias y sufrimos con las derrotas. Es un sentimiento celeste", señalan.

No les importa recorrer cientos de kilómetros para presenciar un partido del Celta desde la grada. "En Vitoria vamos a ganar. Estoy convencido. Ya sé que nos vale el empate, pero saldremos con el triunfo", señala Sico, el nombre con el que le conoce todo el mundo. También dice que el partido será "fuerte e intenso" y ya se ve en Madrid con el Celta para jugar la final. Estuvo en la de Sevilla, de amargo recuerdo para los aficionados vigueses.

Otra gran familia, con seis personas entrelazadas por diversos vínculos, también viajará hasta Vitoria. Jóvenes y cargados de algo más que ilusión. Enseñan unas chapas con las caras de los jugadores. Es el nuevo márketing de los seguidores. Y destacan por su calidad. Muestran una con Guidetti, uno de los ídolos de los seguidores célticos.

Alguno de ellos ya ha viajado esta temporada. Valencia, Nou Camp o Anoeta fueron algunos de los lugares. Y desvelan: "En todos ellos ganamos. Es decir, volveremos a ganar al Alavés". También destacan por su optimismo, al mismo tiempo por la fuerza que transmiten. Señalan que "el Celta está en buen momento y ha demostrado que se le puede ganar a cualquier rival. Que se lo pregunten a los del Real Madrid".

Pronostican un encuentro complicado en Mendizorroza. La victoria no se cuestiona, aunque en el debate también entra el empate como una posibilidad. "Les podríamos dejar empatar en el descuento. Sería interesante ese escenario", afirman. Ángel, Álvaro Varo, Juan, Alba, Álvaro y María José viven el celtismo con intensidad, sobre todo en una temporada con tantas competiciones abiertas.

Sara Rivera y Noelia Alonso son amigas. Siguen al Celta desde hace varios años. En esta ocasión, irán a Vitoria acompañadas por Iago, el hijo de dos años de la primera de ellas. Ya compartieron otros desplazamientos esta temporada, pero confiesan que este será especial por lo mucho que hay en juego.

En los pronósticos son caras y rotundas. Sara afirma que "vamos a ganar con un triplete de Iago Aspas". Y lo dice porque su hijo lleva el mismo nombre. También porque lo considera el jugador más determinante del equipo vigués. Después de viajar con el Celta por Europa en una etapa anterior, consideran que viven una campaña "histórica" y anuncian que estará en la final. Y añaden que les da igual el adversario.

Óscar Aparicio, de 36 años, se desplaza a Vitoria acompañado de su padre Alfonso, de 67. "Abonados de distinta grada", comenta el hijo pero no por diferencias futbolísticas, sino por ajustes económicos. Óscar decidió ir a Mendizorroza "a lo loco", tras el partido de ida. En el grupo de Whattsapp familiar escribió que estaba en la cola de Balaídos. Y allí apareció su padre ni corto ni perezoso. Y aunque se quedaron sin entradas, "aquello fue un caso", persistieron y han acabado consiguiéndolas a través de otros familiares que residen en Vitoria. La madre, aunque también abonada, en esta aventura los deja solos.

Viajan hoy con una relajado plan, "temprano, para llegar tranquilos", disfrutando de la compañía mutua. Aunque Óscar había acompañado a Alfonso a otros destinos futbolísticos siendo niño, es el primero que realiza junto a su padre ya como adulto. Acude a Vitoria con cierto escepticismo matizando su ilusión "para no llevarme un palo como el de aquella final de Sevilla. Vamos a sufrir". De hecho, se niega a pensar aún en pelear por el título.

- Necesito dos días para ir al partido del Celta en Vitoria-, le pidió Óscar a su jefe.

- ¿Y para la final'

- Uy, para la final... Después ya hablaremos.

También ha tenido que pedir licencia el matrimonio formado por Natalia Valverde y Guillermo Alfonsín; ella, un día en el trabajo; él, dos en sus cursillos. Vitoria será otra ruta en un catálogo común que ya incluye Almería, Cartagena o Madrid.

"Yo iba de pequeña con mis padres al fútbol. Dejé de ir durante un par de años por estudios y más cosas", explica Natalia. "Al tiempo de empezar Guillermo y yo a salir, comenzamos a ir juntos al Celta. Fue cuando estaba en Segunda, hace ocho temporadas o así". Y juntos acudieron a ver la ida de las semifinales en Balaídos. "Salimos del partido y mi marido me dijo: 'Tenemos que ir, es un 0-0, no hay nada decidido'".

De comprar las entradas se encargó ella; una gestión compleja. "Yo llegué a las diez menos cuarto, y tras dos horas y media en la cola nos dijeron que no había entradas. Pregunté en la taquilla si podías comprarla por la web del Alavés e ir en autobús, me dijeron que no, di vuelta, luego de Siareiros me dijeron que sí, otra vez la vuelta a taquillas, me confirmaron que sus superiores habían dado permiso y nos apunté en el autobús".

En casa dejan a su hija pequeña, "al cuidado de las abuelas". Cuando crezca, además de acompañarlos en sus peripecias, esperan contarle cómo el Celta se clasificó para una final en Vitoria. "Vamos con ilusión de ganar", confirma Natalia, que solo lamenta que la polémica por la suspensión del choque contra el Real Madrid "haya enturbiado un poco el partido".

A estos viajeros los ligan vínculos civiles o de carne. Pero en realidad todos los celtistas se consideran familia, más en viajes de este tipo. También aquellos que viven distanciados. Los miembros de la Peña Celtista de Bilbao ejercerán de anfitriones. Trece de sus dieciséis miembros estarán en la capital alavesa, donde se han citado con expedicionarios de Galicia. "Habrá 'quedada' antes y después del partido", confirma Gabriel, miembro del colectivo. Prevé un clima de concordia también con los alavesistas. De hecho, un miembro de la peña, vitoriano, comparte devociones y en esta ocasión se decanta por el Alavés. Y ellos estarán en una grada de hinchada local. "Lo veremos juntos sin problemas". A Grabriel la confianza le desborda: "Porque soy de los que piensan que jugar la vuelta fuera de casa te da un plus". El plus de vivirlo en familia.