Cerca de medio centenar de aficionados se desplazaron ayer hasta A Madroa para dar el último aliento al equipo celeste antes de su crucial encuentro de esta noche en Mendizorroza ante el Alavés en la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey.

El celtismo vive con ilusión la posibilidad de una nueva final copera y ayer quiso arropar a la plantilla, que partía en autobús hacia Peinador para desplazarse desde allí, en avión, hasta Bilbao. Uno por uno fueron llegando los jugadores en sus vehículos para subirse a un autobús que contenía el sueño de miles de vigueses, de miles de celtistas.

Hasta Gudelj, ahora en labores de delegado, fue ovacionado. "¡Vamos Vlado!", le gritaban como antaño, como si él fuera a saltar al campo. El desfile de jugadores era continuo. Para algunos difícil completar el pequeño pasillo que unía el aparcamiento de A Madroa con la escalera del autobús. La llegada de Guidetti convirtió una afición tímida en un hervidero. Empezaba a desperezarse un celtismo que parecía no querer mostrar de un modo muy eufórico sus ansias de alcanzar la final. Como si cuando cuentas un deseo antes de soplar las velas, no se cumple.

Bufandas, banderas, móviles haciendo la función de cámara de fotos poblaron las instalaciones donde cada día el Celta entrena su ambición. Muchos niños gritaban por sus ídolos. Alguno, bajito, cantaba el gran éxito de la temporada: "John Guidetti, lo, lo, lo, lo, loooo", decía un pequeñín ante los ojos acuosos de emoción de su padre.

La llegada de Berizzo también rompió el silencio. Aplausos, admiración... Alguna foto con varios niños, y le dejaron arrastrar su maleta hasta el autobús entre aplausos.

Bongonda, Pione, Cabral, Sergi..., ¿y Aspas? Faltaba aún el de Moaña y el autobús ya calentaba el motor. Radoja, consciente de que llegaba al filo del horario marcado, realizó un sprint digno de récord mundial desde su coche hasta el autocar. Saludaba como disculpándose con la afición por no poder pararse para las fotos. Algo que casi no conseguía Aspas. Nada más llegar, los aficionados rodearon su coche. Fotos, autógrafos, hasta un abrazo se llevó de un aficionado que le pidió que por favor se trajeran el triunfo de Mendizorroza.

Tras aterrizar en Bilbao, siguió la emoción. Los aficionados celestes de la peña Zero-Urdin les estaban esperando. El celtismo es universal, llega allí donde el Celta esté. Y así se lo demostraron a la plantilla. Una pancarta que le anunciaba que "Ti nunca camiñarás so" les hacía saber que en este sueño viajan con compañía, y mucha. El corazón de miles de celtistas les impulsa.