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Chóferes de la ilusión

Trece conductores de Monbus llevarán al celtismo a Vitoria mientras su compañero Manuel Diz se encarga del equipo

Los conductores de la afición celeste. // Ricardo Grobas

Apenas dos horas duraron en las taquillas de Balaídos las 670 entradas que el Alavés había puesto a disposición del Celta. El tiempo que tardó en gestionarse su venta a la larga cola de interesados que se había formado desde mucho antes de la apertura. Muchos se han quedado frustrados. Otros han conseguido boletos gracias a conocidos en Euskadi o a través de la web del club vitoriano. También acudirán miembros de las peñas célticas radicadas en tierras vascas. La legión celeste en Mendizorroza rondará el millar. Entre ellos, algunos se desplazarán en coches particulares y otros han optado por el servicio gratuito de transporte en autobús que el Celta ha puesto a su disposición. Se pondrán en manos de Monbus, la compañía cuyos servicios contrata habitualmente la entidad celeste. Al volante, los chóferes de la ilusión.

El plazo de reserva concluía ayer por la tarde. Serán trece autobuses. El Celta cifra la ocupación en alrededor de 650 viajeros, que partirán el mismo día del partido, mañana, a las ocho de la mañana desde Balaídos. Un largo y festivo viaje de ida, con la precaución que aconseja el meteoro; se espera que igualmente festivo, aunque somnoliento, en la madrugada, tras el encuentro.

Monbus todavía no había adjudicado ayer la tarea a miembros de su plantilla, aunque ya puedan intuirlo de antemano o se presenten voluntarios. Pero entre ellos sí hay uno que sabe desde hace días su itinerario. Él viajará solo a la capital alavesa. Regresará de igual modo. Entre medias se ocupará de acarrear el material más precioso a ojos de todo el celtismo: los jugadores, técnicos y ayudantes que intentarán acceder a la cuarta final de Copa del Rey en la historia del club.

Se llama Manuel Diz. Está en la nave donde Monbus guarda sus autobuses vigueses, en O Gandarón. Comienza a anochecer. Diz comparte el epílogo de la jornada laboral con Pedro Incio, Sergio Merola, Francisco Fernández y Enrique Veloso, que figuran entre los posibles conductores de la caranava celeste. Tarea tampoco extraña a alguno de ellos. Incio maniobra habitualmente el volante del autobús del filial en sus peregrinaciones por los campos de Segunda División B. Diz confiesa: "Estoy nervioso desde ahora, que tengo que recoger los útiles y marchar de viaje, hasta que pite el árbitro el final del partido, como dicen ellos". Existe un momento preciso en que esa tensión se dispara: "Una vez que dejas en el campo al equipo te empiezan unos nervios tontos...".

Diz es el conductor que Monbus asigna habitualmente al primer equipo del Celta esta temporada. Se estrenó en verano, durante la concentración en Italia. En el ejercicio oficial ya se ha acostumbrado a la rutina. Parte solo hacia la localidad donde juega el equipo, con margen suficiente. Recoge a los expedicionarios en el aeropuerto y se encarga de todos los traslados necesarios hasta depositarlos nuevamente en la terminal tras el partido. Después regresa a casa, otra vez con el vientre de su autobús vacío. "Es ir siempre en solitario excepto en ese momento en el que vienen los clientes y después, de vuelta a la soledad", resume.

Diz también lleva al equipo del hotel a Balaídos en los partidos como local. Un trayecto habitualmente tranquilo salvo en los cuartos de final ante el Real Madrid y en semifinales ante el Alavés. Ahí tuvo que abrirse paso entre banderas y bengalas, con cientos de manos aporreando los costados del vehículo. "Eso es impresionante, una cosa es comentarlo y otra es vivirlo dentro. Es un subidón de adrenalina, no solo para los jugadores, también por supuesto para mí, que es una novedad". Añade: "También es un poco de riesgo a veces. Es que no ves a un metro delante del parabrisas, con el miedo de que alguien se meta delante, le pises un pie o haya una desgracia. Espero que nunca pase. Vives un poco pendiente de eso cuando ves tanta aglomeración al lado del autobús". Revela, sin embargo, que los futbolistas intentan aislarse de la trascedencia de la cita que acometan. "Yo siempre los noto iguales, superconcentrados, sea en un partido ante un rival asequible o ante un Madrid, por ejemplo".

Diz, "bastante futbolero", repartía antes su devoción entre Celta y Barcelona. En su caso, el contacto con los protagonistas no los ha despojado de su aúra. "Ahora viviendo con ellos, conociéndolos más como personas, me encanta el Celta. Todos, del utillero, Eduardo, al presidente. Convives con ellos aunque sea poco tiempo, ves la parte humana y te dices: '¿Será posible?'". Porque el conductor ha descubierto que el Toto y sus jugadores "son ídolos y al mismo tiempo personas tan normales. Cada uno va en su rol, ellos en el suyo y yo en el mío, pero siempre con un respeto fuera de serie".

El último servicio que Diz realizará mañana en Vitoria consistirá en llevar al Celta hasta el aeropuerto de Bilbao. Mientras el chárter celeste vuela hacia Vigo, él realizará el camino por carretera. De recoger al equipo en Peinador a las dos de la noche se encargará otro compañero. "El recibimiento que tendrán, suceda lo que suceda, será también apoteósico", anticipa. "La afición va a estar ahí".

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