Partido complicado para Iago Aspas en la pelea con los centrales. Y sin acierto en el remate. Pese a todo, veinte minutos prodigiosos confirman la jerarquía que ha alcanzado en el Celta y en la Liga. Aspas tuvo que gestionar más balones en largo que en corto, más por alto que por el suelo. Su inteligencia le permitió generarle incomodidad a los defensas del Alavés desde la posición de nueve, aunque sin ocasiones. Aspas se desató en la segunda mitad y especialmente con la salida de Guidetti. El moañés dejó cinco remates consecutivos que retratan su talento: un derechazo al travesaño, un cabezazo precioso en escorzo, un volea a la media vuelta, un zurdazo desde la frontal... Se le puede afear que fallase en ese balón suelto en el área pequeña, donde suele ser letal.