"Yo también quiero sentirme valorado", declaraba Sergio Álvarez en julio de 2015, mientras se negociaba su renovación. Es la declaración más altisonante que se le recuerda desde que ingresó en el Celta en 2004, con 17 años. Ha atravesado desde su llegada todo tipo de peripecias -cesiones, suplencias, incertidumbres- sin perder la sonrisa ni la compostura. El portero reclamaba aquel verano un buen trato contractual. Lo consiguió al firmar hasta 2018. Pero más allá del dinero o lo que compete al entrenador, por encima incluso de una planificación a largo plazo que lo señalaba como pieza provisional a la espera de Blanco y Villar, jamás ha flaqueado la devoción que en el club sienten hacia el catoirense. Y que ha sido incluso más intensa en los últimos tiempos.

Sergio está acostumbrado a la cara áspera del fútbol. Casi una década de suplencia, de que el elegido siempre fuese el otro, le ha curtido la piel. Puede imaginarse, sin embargo, el dolor que le causó perder desde noviembre el puesto de titular, el que marca la Liga, a manos de Rubén Blanco. Hasta entonces, aunque ya no indiscutible como en la campaña 2014-2015, podía al menos consolarse con la rotación que Berizzo había instaurado al final de la temporada 2015-2016. El premio tan largamente ansiado se le había escurrido entre los dedos. No ha protestado. Ni un solo gesto torcido hacia Berizzo y los demás miembros del cuerpo técnico. Tampoco ha caído en la autocompasión ni ha maldecido su destino. Ha apretado los dientes. Ha mantenido su nivel competitivo en los entrenamientos, exigiéndole el máximo a su compañero. Y ha rendido a buen nivel en lo que le ha tocado disputar, como la ida copera del Bernabéu. Y ahora que una lesión de Blanco, una vez más, le asegura el puesto en las próximas semanas, el club sabe que su portero arousano intentará ofrecer su mejor nivel sin reproches, como hizo en Anoeta. "Estamos encantados con él", comentan miembros destacados de la directiva.

Como confirmación de esta expectativa, Sergio sale a rueda de prensa y elude todo protagonismo o reivindicación: "Cada partido que juegue será un premio para mí y estoy disfrutando del gran momento del equipo. Hemos realizado una buena primera vuelta porque comenzamos con dificultades la temporada y el equipo fue creciendo y fue a más. Fue una pena no sumar al menos un empate en Anoeta pero estamos cerca de los puestos europeos y seguimos vivos en Europa y en la Copa".

El arquero prefiere centrar su discurso en el reto colectivo. Advierte que, pese al 1-2 del primer envite, "el favorito es el Real Madrid, juegue quien juegue, ya que es el campeón de Europa. Nosotros tenemos muchas ganas e ilusión de continuar vivos en la Copa y vamos a intentar complicarle la vida". Y sobre las ausencias merengues añade: "Las bajas de Marcelo y Modric son importantes pero tienen una plantilla amplia". También él lamenta la sanción del Tucu: "Pero el que juegue por él lo hará también bien".

"Seguramente será un partido más difícil que la ida y buscarán marcar pronto un gol. Nosotros también tendremos que marcar, de lo contrario será muy difícil pasar la eliminatoria", analiza. "No debemos dejarles espacios ni que hagan transiciones, porque el rival es peligroso en esa faceta. Y a partir de ahí hay que jugar muy juntos y hacerles daño, creando ocasiones de peligro para que no se sientan cómodos. Si solo nos dedicamos a defender, ellos se sentirán muy cómodos".