"Coges un avión y en 30 horas de viaje te plantas en otro mundo, un mundo paralelo. Aquí podemos ser conscientes de que existe, pero es muy distinto cuando te ves en medio, conviviendo y sobreviviendo rodeado de pobreza extrema y de diferencias culturales en la ciudad más remota del mundo, en la cordillera de los Andes, y en un lugar enorme de 250.000 habitantes en el que no hay ni un solo edificio", comenta el vigués Pedro García, ex de Celta B y Pontevedra, de su último destino futbolístico. Recuerda cómo en el lugar en el que comía todos los días por el equivalente a un euro veía entrar con frecuencia a niños pidiendo limosna a los cuales prefería invitar a comer para evitar que les quitasen el dinero. "Uno incluso me pidió un día solamente que le comprase una Coca-Cola porque nunca en su vida la había probado", indica.

El comienzo no fue sencillo. Pedro tuvo que adaptarse a la altitud de una ciudad que está situada a más de 4.200 metros sobre el nivel del mar, con una dura pretemporada de ocho semanas de aclimatación. Entrenaba todos los días de la semana sin descanso, algo normal en Bolivia. "Empecé la etapa con mucha ilusión. Firmé un contrato con un equipo profesional de Primera División y todo me sorprendió gratamente. El fútbol allí se vive con mucha pasión, mucha asistencia de público a los partidos y seguimiento a nivel nacional, lo que es la primera división para un equipo que tenía por objetivo jugar competición continental", explica García.

En lo deportivo todo estaba resultando cómodo para el español. Sus capacidades físicas y técnicas le sirvieron para hacerse un hueco pronto en el equipo y ganar peso en la plantilla. Pero ese buen hacer futbolístico se vio truncado durante el último mes debido a problemas con el club, incumplimiento de contrato y malas condiciones.

Las condiciones de vida en Potosí tampoco eran las mejores. Al proceso de adaptación lógico por la altitud Pedro tuvo que unirle también la aclimatación a la oscilación térmica. "Pasabas de los 14 o 15 grados por la mañana, en los que el sol quemaba mucho, a los 2 de la puesta de sol, con muchísimo frío en apenas media hora de diferencia", recuerda. A esto debe añadir los problemas de abastecimiento de agua que tuvieron en Potosí entre los meses de octubre y noviembre. Cerca de cuatro semanas en las que la mayor parte de los hogares carecía de agua corriente. Se dio incluso el caso en esos días de que muchos de los compañeros de equipo del centrocampista acudieron hasta la casa que le había proporcionado el club para poder darse una ducha, ya que les resultaba imposible hacerlo en sus casas o en las instalaciones de entrenamiento. El citado "hogar" en el que residía el futbolista en aquel momento estaba, no obstante, alejado de cualquier tipo de lujo. "Era una casa abandonada desde hacía años y medio destruida, con agujeros en el suelo y en la pared. Estaba totalmente vacía, teníamos dos colchones en el suelo y una cocina prácticamente de camping. Pero por lo menos teníamos luz, agua y calefacción así que no puedo quejarme mucho", desdramatiza el vigués.