Asier Garitano, entrenador del Deportivo, aseguraba a la conclusión del partido del sábado en el Bernabeu que habían ensayado durante la semana cómo frenar a Sergio Ramos en una jugada a balón parado en los minutos finales. Vídeos para visionar en el ensayo tenían sobrados, como el del gol que hizo el central al Atlético en la final de Lisboa de la Liga de Campeones, o el que logró ante el Sevilla en la Supercopa de Europa que abría la presente temporada. Y recientes, como el del clásico del Camp Nou ante el Barcelona. Visto el resultado de la jugada del minuto 92 en el Bernabeu, el Deportivo no ensayó bien cómo frenar a Ramos, aunque también pueda uno inclinarse a pensar que la pizarra de Zidane funcionó mejor a la hora de planificar el ataque que la de Garitano a la de establecer la defensa.

Porque el gol de Sergio Ramos es un combinado en el que debe mezclarse con acierto unas gotas de corazón y convencimiento, un toque de potencia física en el salto, otro de técnica en el remate, un oscuro trabajo de equipo a la hora de realizar pantallas y crear huecos (pizarra) y la necesaria colaboración desde la esquina de un tipo que ponga la pelotita (Kroos) allí donde había quedado con el de Camas que se la pondría.

Pura coreografía en la que de tanto ensayar todo parece salir de manera espontánea. Porque de espontáneo, de improvisado, de solo corazón y a mí el pelotón, Sabino, que los arrollo, tienen los goles postreros de Sergio Ramos lo justo. El resto es pura pizarra. Y nada nueva, por cierto. El gol, los goles de Ramos, no dejan de ser un calco de aquel de Puyol a Alemania en la semifinal del Mundial de Sudáfrica. "Xavi, tú pónmela ahí, que del resto me encargo yo". Y Xavi, desde la esquina, se la puso cerquita del primer palo y el central barcelonista hizo el resto. El resultado ya lo saben: España ganó la corona gracias al gol de Iniesta en la prórroga ante Holanda... y a la cabeza de Puyol en la semifinal ante Alemania.

El Real Madrid de Zinedine Zidane puede presumir ahora de haber superado con 35 partidos invicto los 34 del Madrid de Beenhakker gracias a los tantos de Ramos ante el Barça y frente al Deportivo. Dos goles que numéricamente valen "solo" tres puntos (uno en el Camp Nou, dos en el Bernabeu) pero que anímicamente multiplican su importancia. Ni Messi, ni Cristiano. Hoy es la Liga de Sergio Ramos.