En medio de la espesura del Clásico, dos jugadores de perfil discreto, sin los "tics" de las estrellas más mediáticas, justificaron la expectación por un acontecimiento de resonancia mundial. Los mejores momentos del Barça coincidieron con la entrada al campo de Andrés Iniesta. La clarividencia, solidez y espíritu de lucha del Madrid se personificaron en Luca Modric. Fueron los mejores de un partido plano, que acabó en empate para castigar la falta de continuidad de los dos primeros de la Liga. El rendimiento no debería de sorprender a nadie. El Madrid es un líder más práctico que brillante. El Barça va con la lengua fuera porque desde hace tiempo le falta fútbol. Viendo la botella medio llena, los dos grandes tienen motivos para el optimismo: los blancos recuperarán titulares indiscutibles y los azulgrana confían en que las rotaciones de Luis Enrique se noten en el tramo decisivo de la temporada.

Un todocampista croata. El partidazo de Luka Modric en el Camp Nou relativiza la importancia de contar con un especialista defensivo en el centro del campo. El croata realizó esa función de maravilla durante 65 minutos, sin que le limitase como armador de juego. De sus botas salieron los mejores ataques del Madrid en el primer tiempo. Una jugada explica de maravilla la implicación y sentido táctico de Modric. Mediada la primera parte, un fallo en la anticipación de Sergio Ramos en la medular dejó a Messi el camino despejado. Ya cerca del área, en la zona donde el argentino empieza a ser letal, Modric le rebañó el balón limpiamente. Pese al ritmo trepidante del partido y a su reciente inactividad, Modric también estuvo sobresaliente en el aspecto físico. Aguantó los 90 minutos como el mejor. Con la entrada de Casemiro adelantó su posición y capitaneó la carga madridista en los últimos instantes. Fue el encargado de las jugadas a balón parado, que pusieron en problemas al Barcelona, hasta el lanzamiento de falta que permitió a Sergio Ramos lograr el empate. Fue la guinda a una actuación memorable. Salvo los defensas, especialmente los centrales, ningún madridista brilló en el Camp Nou. Y, por encima de todos, Modric.

Con Andrés, otro Barça. La suplencia de Iniesta fue el primer fogonazo del Clásico y, al margen de lasdudas sobre el estado del manchego, toda una declaración de intenciones por parte de Luis Enrique: prefirió un centro del campo más físico para plantar cara al Madrid. Con Rakitic y André Gomes compareció un Barça más sólido que en los últimos partidos, pero sin chispa ni capacidad de desequilibrio. Hasta la salida de Iniesta, el Barça sólo había tirado una vez a puerta, el cabezazo de Luis Suárez en el gol. Es verdad que después tampoco hizo trabajar a Keylor Navas, pero las tres mejores oportunidades nacieron de las botas de Iniesta: el pase a Neymar que, tras un regate a Carvajal, envió a las nubes con todo a favor; una llegada del "8" azulgrana con remate que desvió Carvajal a córner; y un pase en profundidad a Messi que el argentino cruzó demasiado. Fueron tres detalles exquisitos dentro de una actuación general que desvela la importancia del manchego para el juego colectivo del Barcelona. Volvió a ser el mejor socio de Messi y juntos desnivelaron la balanza, aunque no se reflejase en el marcador. Sólo al final, cuando el Madrid recurrió a la épicay el equipo dio un paso atrás, Iniesta perdió el hilodel juego.

Fondo de armario. Al margen del peso de Iniesta y Modric, sin apenas rastro de Messi y Cristiano, el desenlace del Clásico se puede entender por el rendimiento de futbolistas que, en condiciones normales, no hubieran pisado el césped del Camp Nou. Por ahí se explican muchas cosas que le están sucediendo a los dos equipos en la Liga. Sin jugar un partido brillante, Lucas Vázquez volvió a ser importante en el planteamiento de Zinedine Zidane. Sobre todo en el aspecto defensivo, con las ayudas a Carvajal para desactivar la banda izquierda azulgrana, tantas veces desequilibrante con Jordi Alba y Neymar. Aunque no estuvo muy inspirado en ataque, el canterano nunca dejó de intentarlo. Su aparición más destacada en el área contraria, en el minuto 2, acabó con el derribo de Mascherano que el árbitro no castigó con penalti. En cambio André Gomes, el "intruso" en el equipo ideal del Barça, volvió a desperdiciar una oportunidad. Estuvo aplicado tácticamente y no escatimó esfuerzos, pero se esperaba mucho más de un centrocampista que en el Valencia marcaba las diferencias. Lo mismo se puede decir de un suplente como Arda Turan, cuya presencia en el campo sólo se recordará por la falta innecesaria que dio paso al empate.

Con tridente y sin tridente. La lesión de Bale impidió medir cara a cara a los dos tridentes ofensivos más determinantes del fútbol mundial. Al mismo tiempo sirvió para comprobar la influencia de esos jugadores en la disposición táctica de los equipos. Sin el galés, el Madrid perdió capacidad de contragolpe y pegada, pero ganó en equilibrio, con más poderío en el centro del campo. Con la MSN, el Barcelona se vio obligado a tirar de prudencia para no ser un equipo demasiado largo y facilitar el gran arma de su rival. No se atrevió a tirar la presión adelantada, una de las claves de sus mejores épocas recientes, y obligó a Messi a buscar el balón en posiciones retrasadas. Luis Suárez estuvo tan guerrero como siempre y Neymar un poco más comprometido de lo normal para seguir a Carvajal, pero en términos generales el Madrid fue un equipo más compacto que el Barcelona. Aunque no fueran especialmente peligrosos, los únicos tiros a puerta del primer tiempo fueron madridistas, dos de Cristiano y un cabezazo de Varane. El gol de Luis Suárez no esconde la escasa aportación del tridente azulgrana, a menudo tan decisivo. Los dos representantes del Madrid, Cristiano Ronaldo y Benzema, también pasaron de puntillas por el Clásico. Pero, como ocurriera en el reciente derbi madrileño, echaron una mano en defensa, sobre todo en un primer tiempo de desgaste.