Y pasó lo que tenía que pasar. Ganó Lewis Hamilton en Yas Marina tras un fin de semana pletórico, y aguantó los nervios Nico Rosberg para llevarse el Mundial. Le valía con ser tercero y finalizó segundo, siempre vigilante al rebufo de su compañero de escudería. Su primera corona, la segunda de la familia. Otro Rosberg en el palmarés 34 años después de que su padre, Keke, lograra el campeonato con un Williams. Nico lo hace con Mercedes, la escudería que ha dominado, tiranizado más bien, el campeonato: veinte poles de 21 posibles; diecinueve victorias; ocho dobletes primero-segundo, 33 podios entre sus dos pilotos.

Pasó lo que tenía que pasar... pero pasando muchas cosas. Una carrera emocionante, tensa. Pura táctica. Inmenso Hamilton jugando sus cartas al límite, porque se trataba de ganar pero sembrando la pista de piedrecitas en las que pudiera tropezar Rosberg. Nunca en su historial ganó el inglés una carrera corriendo tan poco, frenando tanto. Se trataba de eso, de ir primero pero sin despegarse, con un ojo al frente y el otro en el retrovisor; vigilando a Rosberg para que éste a su vez notara en su cogote el aliento de sus perseguidores. Quizo trasladar los nervios a Rosberg, puso incluso tensión en el seno de la escudería cuando le ordenaron que fuera ¡más deprisa! Pero es tanta la superioridad de Mercedes que sus rivales no pueden con ellos ni yendo pisando el freno. No son flechas de plata, son misiles.

Tuvo Rosberg la suerte de cara en la salida, esa suerte "del campeón" siempre necesaria para ganar un campeonato tan largo como el de la Fórmula 1: nueve meses, 21 carreras, más de 6.000 kilómetros de batalla. Salieron él y Hamilton limpiamente en cabeza y por detrás Verstappen, llamado a ser un posible juez por el campeonato, se tocaba con Hulkenberg entre las curvas una y dos y caía hasta la última plaza del pelotón. Desde allí el holandés, sin duda el piloto del año, iría remontando hasta finalizar cuarto.

Alejado Verstappen, a Rosberg no le quedó más que controlar su posición. Se lo recordaban por radio cuando en las dos últimas vueltas le apretaba Vettel. "Te vale con ser tercero". Fue segundo y le sobró para ser primero.

Primero fue Hamilton y no le valió para mejorar la segunda plaza de la general. El tricampeón inglés podrá a partir de ahora presumir de ser el mejor subcampeón de la historia del "Circo"; el subcampeón con más poles (12), podios (17) y victorias (10) de la historia del campeonato. Cuatro primeros puestos en la parrilla más que los de Rosberg este año, una victoria más, un podio también por encima. Pero para ganar la liga no vale con ser el mejor, también se precisa ser el más regular. Y ahí ganó Rosberg. Punto. Es tan absurdo como inútil discutir los méritos del campeón. En todo caso sí cabe hacer un reconocimiento muy especial a ese carácter inquebrantable de Hamilton que posibilitó que el campeonato llegara prácticamente hasta la última curva con interés. Mercedes no encontró rival, pero en Mercedes estaban los rivales.

Defendió Rosberg su liderato de las encerronas tramadas por Hamilton como defendió Fernando Alonso su décima plaza en la general ante un Felipe Massa que al igual que Jenson Button disputaba su última carrera en la fórmula reina. Salió noveno el asturiano, cayó a la decimocuarta plaza tras el primer cambio de neumáticos, llegó a verse séptimo en medio del baile del segundo paso por los garajes y realizó el último tercio de carrera en la décima posición vigilante al rebufo del brasileño.

Un punto de oro para el bicampeón asturiano; un punto que le permite cerrar el año en el "top ten" de la general (décimo, con un punto de ventaja sobre Massa) muy por encima de las posibilidades mecánicas que ofrecía su McLaren-Honda. Ha sido otro año duro, pero en 2017 la Fórmula 1 anuncia grandes, muy grandes, cambios y es el momento de apuntarse a nuevos sueños.

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