Entre lágrimas y rodeada de familia, amigos, entrenadores y seguidores la tenista pontevedresa Lourdes Domínguez anunció ayer de forma oficial su decisión de poner punto y final a su carrera deportiva después de dos décadas de éxitos por las pistas de todo el mundo.

La despedida de Domínguez supone el adiós de las pistas de la tenista más importante de la historia de Galicia. Fue la primera española en ganar el torneo junior de Roland Garros (1999) y pionera en Galicia en hacerse con un torneo WTA así como en clasificarse entre las 40 mejores raquetas del mundo, un puesto que alcanzó el 11 de septiembre del 2006. En su palmarés lucen dos títulos y tres finales individuales y seis títulos y siete finales en dobles, además de la participación en 49 Grand Slam.

En un Club de Tenis de Pontevedra repleto por más de un centenar de personas entre personalidades políticas, miembros de las federaciones gallega y catalana y amigos, la tenista de 35 años anunció lo que ella misma admitió que ya era "un secreto a voces". Domínguez reconoció que "no fue una decisión fácil" y que su adiós no responde a un motivo concreto sino más bien a una necesidad de dar por finalizada una etapa en la que el esfuerzo de los últimos años por mantenerse en la élite mundial le ha pasado factura física y mental.

Las expectativas futuras de la ya extenista, pasan por aprovechar el tiempo con familia y amigos del que se vio privada por motivos deportivos y posteriormente "devolver al mundo del tenis todo lo que me ha dado" manteniéndose vinculada al deporte de la raqueta en cualquiera de sus facetas y sin descartar la posibilidad de hacerlo como entrenadora.

Domínguez traía su despedida preparada de antemano, pero eso no hizo su discurso más fácil y entre palabras de emoción, ovaciones de amigos y lágrimas mostró palabras de agradecimiento hacia todos los que estuvieron a su lado y que hicieron posible lo que ella misma reconoció que fue "un sueño cumplido".

La lerezana concluyó su intervención diciendo que lo que más echará de menos será "dar la vuelta al mundo con mis raquetas al hombro, despertarme en mitad de la noche y no saber dónde estoy, los nervios de la competición antes de saltar a la pista en los mejores torneos del mundo, acalambrarme jugando la Copa Federación de la tensión que sentía al representar a España, tirarme al suelo cuando he ganado un torneo y no poder explicar lo que siento. También llorar de emoción cuando las cosas salen bien por todo el trabajo en la sombra y aprender de las victorias y, sobre todo, de las derrotas". El acto se cerró con un emotivo abrazo con su madre, hacia la que dedicó sus primeras palabras de agradecimiento.