El Choco respira. El conjunto de Marcos Montes, gracias a un tanto de penalti de Rober al poco de iniciarse a segunda parte, puso fin a su nefasta racha de siete jornadas sin ganar, con cuatro derrotas, las tres últimas de forma consecutiva, y tres empates. Lo hizo, además, en un encuentro de esos que valen seis puntos, los tres que sumas y los que no consigue tu adversario, puesto que los redondelanos se veían las caras con un rival directo en la lucha por la permanencia, el As Pontes.

Era un partido a cara o cruz en el que desde el pitido inicial quedó patente lo mucho que había en juego. Locales y visitantes querían la victoria para coger aire en la tabla clasificatoria y acercarse a la décimo sexta plaza, la que permite continuar la próxima campaña en Tercera Divisón. Una derrota alejaba ya a cinco puntos esa posibilidad. Por eso, los nervios fueron una constante durante los noventa minutos de juego y los aficionados que se dieron cita en Santa Mariña vieron un encuentro con escaso fútbol, en el que se impusieron las urgencias y el miedo a perder antes que las ganas de vencer.

Pese a todo, el Choco pudo haber conseguido una buena inyección de tranquilidad en la primera acción del partido, una internada por la banda derecha de Gonzalo, quien sacó un buen centro rematado por Óscar y despejado sobre la misma línea de gol por un defensor.

También es cierto que la situación se le pudo poner muy cuesta arriba a los redondelanos a la media hora de juego, en la que fue posiblemente la ocasión más clara de todo el encuentro pero que Ibu, en inmejorable posición para marcar, desperdició al cabecear fuera.

Ésas fueron las dos únicas acciones destacables de una primera parte en la que pesó sobre los dos equipos su delicada situación en la taba clasificatoria. Unos nervios que continuaban atenazando a ambos conjuntos en el inicio de la segunda parte y que se acentuaron tras la jugada que acabó definiendo el partido.

Fue un balón e largo a la espalda de la defensa visitantes que Óscar controló muy bien y se deshizo de su marcador con un bonito sombrero antes de ser derribado dentro del área por Borja. El árbitro no dudó y señaló el punto de penalti y expulsó al jugador visitante. Rober asumió la responsabilidad de ejecutar la pena máxima y tuvo la suficiente sangre fría para batir a Paco.

Sin embargo, el tanto y la superioridad numérica no tuvieron el efecto balsámico que se podía presuponer. Los nervios se hicieron mucho más evidentes aún entre los pupilos de Marcos Montes, que eran incapaces de combinar.