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Derrota del Celta

Un partido molesto

El Celta jugó demasiado condicionado por el encuentro ante el Standard, se vio superado de salida por el Eibar y le faltó nervio para levantarse -Escasa cintura de Berizzo -Calamitoso arbitraje de Munuera que acabó por desquiciar a los vigueses

Pione Sisto controla el balón presionado por un jugador del Eibar. // LOF

Hay partidos que parecen una molestia, que resultan incómodos por el momento en que se afrontan, por las bajas que se arrastran, por lo que espera a la vuelta de la esquina. El de Eibar fue un claro ejemplo. Con la vista enfocada en el duelo de dentro de cinco días ante el Standard de Lieja, la visita a Ipurua para vérselas con los de Mendilibar suponía un trago complicado de digerir. Todo lo que vino detrás reafirma la idea de que el partido era un pegote en el diseño de la temporada que se ha hecho en el vestuario de A Madroa. El experimento de Berizzo, los siete poco habituales en la alineación titular, la falta de tensión de los jugadores, la escasa capacidad de reacción del banquillo...demasiados elementos en contra en un campeonato tan apretado como éste. Y cuando el Celta quiso salvar la tarde ya era demasiado tarde.

el experimento de berizzo

Una ruina. Optó el técnico por situar de salida a Hugo Mallo en el pivote con Roncaglia en el lateral diestro, Fontás y Sergi en el centro y Planas en la izquierda. El de Marín duró cinco minutos en esa posición. Al poco tiempo el técnico le reubicó en el costado derecho y pasó a jugar con tres centrales con dos carrileros. La cuestión es que Mallo nunca tuvo demasiado claro dónde estaba. En ese tramo del partido, el que Eibar aprovechó para adelantarse en el marcador y tragarse al Celta, los de Berizzo deambulaban por el campo tratando de entender dónde jugaba cada uno. Imposible construir, imposible ajustar la presión para robar, imposible plantearse la posibilidad de meter en problemas a la defensa rival.

la intensidad

Al margen de planteamientos el Eibar se comió al Celta gracias a la intensidad que puso en esa primera media hora de partido y en la que no encontró respuesta en la acera de enfrente. Fue un déficit evidente de los vigueses que, perdidos desde el punto de vista táctico, tampoco supieron equilibrar el duelo gracias al nervio. Muchas facilidades para un equipo como el Eibar que corre más que nadie y que juega mucho más de lo que dice el tópico.

la nada en ataque

Berizzo optó por situar a Rossi en punta para tratar de aprovechar su facilidad para generar peligro cuando le llega la pelota. Junto a él Bongonda y Señé. El italiano no acertó en casi ninguna de sus decisiones, de Señé apenas hubo noticias y Bongonda vive esa pelea que sus piernas libran contra su carné de identidad. Tiene las condiciones que su inexperiencia le impide aprovechar todavía. Convertido en constante objeto de análisis del sanedrín céltico, el muchacho ayer falló un mano a mano con Riesgo que en Balaídos habría provocado un murmullo insoportable. Al menos insistió y en el segundo tiempo su velocidad provocó un penalti que el árbitro se tragó de forma descarada.

despierta el celta

Tardó más de media hora el equipo de Berizzo en dar señales de vida. Lo hizo entre otras cosas porque al Eibar le resultaba imposible sostener aquella velocidad y porque al fin el Celta decidió dar un paso adelante e ir a buscar el balón al campo rival, una de esas señas de identidad a la que renunció (algo en parte entendible en un equipo con mucha gente poco habitual en el campo). Al fin Riesgo, portero rival, entró en el partido.

los primeros cambios

Berizzo hizo los dos primeros cambios sin renunciar a la línea de tres centrales con dos carrileros. Fueron hombre por hombre (Tucu por Wass y Pione por Señé). Extraño en un partido que pedía un paso adelante inmediato para irse a por un Eibar que había comenzado a dar pasos atrás.

pione

El agitador descarado del partido. Fue poner las botas en Ipurua y el Eibar encendió todas las alarmas. Caían los rivales sobre él, encaraba en todas las acciones, limpiaba rivales e incluso provocó un "penaltito" que pilló a Munuera viendo el cielo de Eibar. Si nada se tuerce va a ser un jugador impresionante para el Celta. Con él sobre el campo, los vigueses vivieron sus mejores momentos. Acumularon llegadas al área, sin alardes, a base de latigazos, pero la esperanza del empate sobrevoló durante un buen rato sobre el estadio eibarrés.

munuera

Para cerrar una tarde nefasta al Celta le faltaba la aportación arbitral. Munuera Montero dejó sin señalar un penalti y medio a favor del equipo vigués. Pero lo peor es que empujó a los vigueses a un peligrosos desquiciamiento. Durante los últimos diez minutos apenas se jugó por la pericia del Eibar y por la dejación de funciones del árbitro que, lejos de primar el espectáculo, la empredió a tarjetazos con los célticos. Se sucedieron las amarillas, se dejó de jugar y por si fuera poco los vigueses cometieron el error infantil de llevar su frustración más allá del minuto noventa. Mallo fue expulsado con el partido ya acabado, Guidetti vio una amarilla...alguien debería aprender que hay guerras en las que es imposible que mates y que la única duda es saber el color del que es tu herida.

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