Confiaba Fernando Alonso tras haber sido duodécimo en la clasificación del sábado en acertar con la estrategia y aprovechar algún incidente de carrera para acabar, dijo, "séptimo u octavo". Era el máximo al que aspiraban dentro del garaje de McLaren-Honda en el Gran Premio de Estados Unidos; sumar unos puntitos que les hiciera subir en la clasificación e hiciera subir también el ánimo de los aficionados en este tramo final de la temporada.

Y a Alonso le valió ya el incidente de la salida entre Hulkenberg y Bottas para ganar posiciones y colocarse noveno. En los puntos. Octavo al cumplirse el ecuador de carrera con el abandono de Verstappen. Pero no se conformó. Ni lo hizo cuando era séptimo tras la pifia de los mecánicos de Ferrari con Raikkonen cuando se cumplía la vuelta 39 de las 56 a las que estaba fijada la carrera. Ya puestos quería más el asturiano, que hace ahora justo diez años lograba su segunda corona mundial. Hoy su monoplaza no está para esas batallas, para luchar ni siquiera por el podio, pero las que libra siguen siendo épicas. Hermosas. Y a cuatro vueltas de la conclusión daba cuenta del Williams de Felipe Massa para situarse sexto. Y aún tenía hambre de más. Enfiló entonces a Carlos Sainz y a su Toro Rosso. Es el bicampeón ovetense una especie de padrino en el "Circo" del piloto madrileño, pero en la pista, en la lucha por los puntos, no hay ni siquiera conocidos. Apuró, apuró y primero por dentro y luego aprovechando incluso la escapatoria se hacía con la quinta plaza. Sí, quinto únicamente por detrás de los Mercedes de Hamilton y Rosberg, del Red Bull de Ricciardo y del Ferrari de Vettel. Quinto igualando su mejor clasificación del año, en Mónaco, y sumando diez puntazos que le permiten recuperar también la décima plaza en la clasificación de pilotos. El grito de alegría que lanzó por radio tras superar a Sainz estaba más que justificado. "¡Yihaaaa!".

"Bien, contentos con la carrera, pero nos falta bastante ritmo. Íbamos conduciendo con poco agarre siempre y hay que recuperar las sensaciones de Malasia, donde parecía que íbamos más rápido que el grupo intermedio", explicó el piloto español tras la carrera en el circuito de Austin.

Por delante, muy por delante, Hamilton acertaba en esta ocasión en la salida y cogía el liderato desde la pole, mientras Ricciardo arrebataba la segunda plaza a Rosberg. No tardó el alemán en recuperarla cuando se inició el baile del paso por los garajes para afrontar los cambios de neumáticos, aunque en ningún momento inquietó la victoria del piloto inglés.

Hamilton logró en Austin la victoria número 50 de su carrera, la séptima de la presente temporada y la tercera consecutiva en el circuito tejano. Con los 25 puntos que sumó ayer alcanza los 305 por los 331 de Rosberg. Un "pellizco". Con 26 puntos de renta y tres carreras por disputarse (México, ya el próximo domingo, Brasil y Abu Dhabi) a Rosberg le vale con seguir la estela de su compañero de garaje para hacerse con su primer título.