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Mil canciones y un silencio

Precioso duelo sonoro entre celtistas y "ajacied" e instantes de pánico cuando el Tucu parecía quedar lesionado

Aspecto de la nueva grada de Tribuna, con el esqueleto de la cubierta. // R. Grobas

Nada existe más hermoso en el fútbol que el debate sonoro entre dos aficiones. La presencia de numerosos hinchas del Ajax incentiva. Es un duelo a lemas y tonadas, entre lenguas que se ignoran pero se intuyen. También existen silencios, que es la lengua común, su esperanto.

El millar largo de holandeses llega antes y se apodera del ambiente con sus jotas arrastradas y sus vocales guturales. Ubicados en Fondo, cantan a la vez que sospechan que apenas verán el partido, situados lejos, a ras y con el estorbo de la publicidad estática. Los habituales de la grada, devotos del Celta, han aprendido a construir su propia imagen entre lo que vislumbran y la reacción del resto del estadio. Para los recién llegados el juego será un confuso magma.

Los locales van llegando en goteo, según pueden huir de las fábricas y las oficinas. El horario, puesto a contrapelo de las costumbres del país, impide una mejor entrada. El fútbol profesional lleva tiempo girándose contra los espectadores, como si le incomodasen, siendo en verdad parte del producto.

Celtistas y "ajacied" se irán retando y turnando, apurando sus catálogos musicales, Pimpinela multiplicada. Los celestes aportan el himno, el apellido de los jugadores a pleno pulmón, la canción de Guidetti -al que los holandeses silban por su pasado en el Feyenoord-, el Orellana loló loló, el "let's go Celta", los tarareos de "I will survive" o "el equipo A"... Falta la "Rianxeira" porque esa solo suena con la victoria. Y hay que guardarse el "Gudelj, Gudelj" porque el que aparece en el electrónico no es el hoy delegado, sino el hijo de su primo.

El fútbol ejerce como partitura. Cada hinchada aprovecha sus goles y los arreones de sus respectivos equipos. Siempre se oye como mínimo un rumor hasta que el Tucu queda tendido sobre el suelo y levanta la mano. El pánico parece contagiársele a los del Ajax. Silencio absoluto, con el derbi en la cabeza, hasta que el chileno se levanta. Incluso Berizzo se asusta y lo retira. Es el clásico gallego lo que empieza a cabalgar sobre la Liga Europa. Ya al final, mientras las gradas se van desalojando, empieza a oírse un susurro: "Coruña, decime qué se siente...".

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